Nepal limpia la basura del Everest pero olvida a los muertos

Las autoridades nepalíes han anunciado que los montañistas que ascienden al Everest deberán bajar ocho kilos de basura durante el descenso. Con todo, el gobierno se ha olvidado de otros restos aún más inquietantes: los 200 cuerpos de montañistas que nunca volvieron de la cumbre más alta del mundo.

La pasada semana el gobierno nepalí sorprendía a los aficionados a los ochomiles de todo el mundo con una medida innovadora: a partir de abril aquellos que intenten ascender al Everest deberán recoger ocho kilos de basura durante el descenso. Los que rehúsen cumplir la ley se enfrentarán a un juicio, añadió un representante de la oficina de turismo del país.

Así, los escaladores deberán devolver al campo base bombonas de oxígeno vacías, tiendas de campaña rotas, latas de comida usadas u otros despojos generados durante las más de ocho décadas durante las que aventureros de todo el mundo han intendado ascender a la cima más conocida del Himalaya.

Con todo, el ejecutivo no ha preparado ninguna operación para recuperar
los restos humanos que reposan en las laderas de la cumbre más alta del mundo (8.848 metros). Se calcula que cerca de 200 cadáveres se encuentran esparcidos por las laderas del monte Everest, semi-cubiertos por la nieve y expuestos a la descomposición. Todos ellos son montañeros y sherpas que en algún momento intentaron la ascensión, en vano.

Uno de los más conocidos es el cuerpo del explorador inglés George Mallory, que en 1924 intentó llegar a la cima junto a Andrew Irwine. Se les perdió el rastro y no fueron vistos nunca más hasta 1999, cuando otra expedición descubrió sus huesos en la ladera norte.

Los restos mortales de Mallory se encuentran en la conocida como La Zona de la Muerte, situada a partir de 7.900 metros de altitud. Allí, la escasez de oxígeno y las condiciones meteorológicas extremas impiden cualquier operación de sepultura a gran escala.

Unos 600 metros más arriba se encuentra la Cueva de las Botas Verdes, en la que yace un montañero que murió congelado de frío. El cuerpo, encogido y en perfecto estado de conservación, muestra unas botas de color verde que los alpinistas toman como referencia para cerciorarse de que se acercan a la cumbre.

El Everest es considerada como la montaña más alta del mundo medida desde la superfície terrestre. Se calcula que cada año cientos de alpinistas intentan llegar a la cumbre. Cada uno de ellos paga unos 8.000 euros sólo para la licencia para escalarlo, lo que supone una fuente de ingresos ingente para el estado nepalí.

a.
Ahora en portada