Normandía más allá del Día D

Cómo aprovechar un viaje de "hazañas bélicas", o no, para "dejarse impresionar" en el país del Impresionismo pictórico

Normandía es una región del norte de Francia cuyo nombre proviene de los normandos, vikingos, escandinavos, que fueron extendiéndose por gran parte de Europa, durante la Alta Edad Media, fundando reinos en los que acababa fusionándose con la población local, desde Escocia hasta Sicilia. Pero la Normandía francesa es mucho más conocida por tesoros como las ostras, el calvados, los mejillones, los quesos y muy especialmente el Camembert; aunque en estos momentos Normandía está sonando y mucho, a causa de la celebración del 75 aniversario del desembarco que vino a acelerar el fin de la Segunda Guerra Mundial.

No siempre todo es guerra

Normandía está de rabiosa actualidad y lo va a estar todo el verano. El Día D. el Día Más Largo trae mucha cola y con ella un turismo de guerra, que está volviendo a invadir, disparando cámaras y smartphones, escenarios de combate, playas, museos, cementerios, puntos calientes, baterías solitarias, memoriales, innumerables rutas con objetivos diversos, etc y también se apunta a participar en un sinfín de actividades (más de 75) relacionadas con el mayor desembarco de la historia. Pero Normandía también guarda un riquísimo patrimonio cultural que la hace merecedora de que ese turismo temático, de combate, de guerra, mire a su alrededor y aproveche su visita para descubrir muchas otras cosas que valen la pena de disfrutar y entre ellas está, sin duda, el Impresionismo pictórico.

Impresionismo sinónimo: Normandía

Impresionismo es la primera escuela pictórica contemporánea que apareció en Francia en 1874 por obra y pinceles de Claude Monet (1840-1926). Los pintores pre-impresionistas e impresionistas iban a capturar en sus lienzos el impacto de la naturaleza y la fugacidad del tiempo, apartándose de la secular búsqueda pictórica del realismo externo -que ya iba a solucionar muy pronto el daguerrotipo y la fotografía- y a «la recherche» entusiasta de la reinterpretación de la realidad, reconstruyéndola a partir de colores, texturas, manchas, trazos y luces.

Pero además, el impresionismo nació en Normandía, justo, en el puerto de Le Havre, cuando Claude Monet pintó «Impresión, sol naciente»(Impression, soleil levant). Esta pintura cedió su título por «defaut» y de forma despectiva, a toda una tendencia pictórica, atrevida y descarada, que compartían muchos otros cuadros expuestos en el mismo Salón de Artistas Independientes de París, entre el 15 de abril y el 15 de mayo de 1874, un grupo en el que se encontraban Camille PissarroEdgar DegasPierre-Auguste RenoirPaul Cézanne, Alfred Sisley y Berthe Morisot. ¡Casi nada!.

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Pero Normandía no solo fue la cuna de pintores universales, sino que se convirtió en centro de peregrinación para muchos otros artistas. Las marinas de Eugène Boudin se inspiraron en las vistas de una región que ya había inspirado o inspiraría a otros muchos creadores, algunos nacidos allí como Nicolas PoussinJean-François Millet, Marcel DuchampFernand Léger, André BretonRaoul DufyThéodore GéricaultMaurice Boitel y Jean Dubuffet; pero otros muchos, normandos de adopción, como los pintores impresionistas que a partir de 1860 se sintieron atraídos hacia Normandía para trabajar «au plein aire» como Claude Monet Gauguin Boudin, que regresó, que ya hacían arte fuera de sus estudios y que la distancia relativamente corta con Paris a partir del ferrocarril convenció definitivamente. 

Más de un siglo y medio después, Normandía sigue provocando emociones parecidas en los viajeros que siguen los pasos de aquellos jóvenes artistas

Y así, Normandía, sus  600 km de costas, sus diversos paisajes, el clima cambiante y su luz especial ofrecía a los artistas una infinidad de excusas para la inspiración. Más de un siglo y medio después, Normandía sigue provocando emociones parecidas en los viajeros que siguen los pasos de aquellos jóvenes artistas.  Los museos más importantes de Francia en lo que se refiere al impresionismo son, después de Orsay en París: el Museo de Bellas Artes de Rouen, el MuMa (Museo Malraux) de Le Havre, o el Museo de los Impresionismos de Giverny, que presenta cada año dos o tres exposiciones temporales que reúnen obras originales de los grandes impresionistas. Museos como el Eugène Boudin en Honfleur, o el Museo de Bellas Artes de Caen, (ver infografía) vienen a completar una propuesta sorprendente y extensa.

Giverny: los jardines de Monet

En 1883 Claude Monet eligió Giverny, población distante una hora de París para instalarse con su mujer Alice y sus ochos hijos. Allí vivió cuarenta y tres años en una casa que adaptó totalmente a sus gustos. La fachada rosa, las ventanas verdes, la galería, una pérgola de sueño, el pequeño huerto reconvertido en jardín de estilo francés repleto de lirios (una de sus flores favoritas) y tulipanes, un «Jardín de l’eau» con un estanque con nenúfares y un delicado puente japonés de madera, que fueron modelos recurrentes para el propio pintor. Muchos otros artistas como Pissarro, Caillebotte, Sisley, Cézanne o Renoir acudieron a la población para estar cerca de Monet. Incluso algunos extranjeros decidieron trasladarse para trabajar cerca del maestro. En la misma Giverny se encuentra el antiguo Hotel Baudy donde tenía su taller un Cézanne devoto de la obra de Monet.

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Rouen: precisión fotográfica

La catedral gótica de Notre-Dame de Rouen se convirtió en un referente para cualquier tratado sobre impresionismo cuando Monet se apercibió de que la luz cambiaba continuamente la personalidad del edificio y se puso manos a la obra. El pintor quería captar la iluminación de la fachada en diferentes momentos lumínicos del día sin perder ningún detalle. Se dice que trabajaba once horas diarias y lo hacía simultáneamente con 14 cuadros. Monet llegó a pintar 30 lienzos de la fachada, todos idénticos pero con luces cambiantes: una sola catedral y treinta visiones diferentes. Pero, eso sí, se decía que en los dos años que duró su aventura pictórica, jamás entró en el templo. 

El pintor quería captar la iluminación de la fachada de la catedral en diferentes momentos lumínicos del día sin perder ningún detalle.

Otros artistas pasaron largas temporadas en la capital de Normandía envueltos en la magia de los muelles, los puentes, los efectos del agua y las brumas. Uno de ellos, Camille Pissarro, que firmó una serie de más de 50 pinturas sobre el puerto fluvial de Rouen, elogiaba la ciudad normanda afirmando que era tan bella como Venecia. En el Museo de Bellas Artes, ubicado en un magnífico edificio de 1870, se puede disfrutar de una gran muestra impresionista (aseguran que la mayor después de París) que cuenta con obras de Monet, Gustave Caillebotte o Alfred Sisley, entre otros.

Los jóvenes impresionistas descubrieron en Étretat, en la dura Costa de Alabastro, una poderosa fuente de inspiración. La energía del mar y los acantilados sedujeron a Corot, a Boudi, a Courbet y, por supuesto, al propio Monet quien le dedicó nada menos que ochenta lienzos. La punta de Courtine, la Manneporte, los acantilados de Aval y de Amont, la roca Vaudieu o la aguja de Belval, bellezas naturales, auténticos monumentos labrados en piedra por la fuerza del mar y la erosión del viento se convirtieron en y modelos privilegiados para numerosos artistas que acudían a la costa para reinterpretarla. Tanto es así que en el paseo marítimo de Étretat se dispusieron reproducciones que permiten observar las pinturas para así compararlas con el modelo natural.

Le Havre y Honfleur

Le Havre, el puerto de París, es un objetivo impresionista por dos motivos: el primero está dicho, Monet pintó en 1873 el cuadro ‘Impresión, sol naciente’ que dio nombre al movimiento y el segundo es por su Museo de Arte Moderno André Malraux (MuMa), situado junto al mar y que regala al visitante los más de 224 bocetos y pinturas de Eugene Boudin, Edgar Degas, Pierre-Auguste Renoir, Alfred Sisley, Camille Pissarro, Édouard Manet, Claude Monet o Pierre Bonnard, entre otros. 

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Mientras, el Puerto Viejo de Honfleur es uno de los rincones más hermosos de este viaje. Aquí nació Boudin en 1824, por lo que parte de sus obras se exponen en el Museo Eugéne Boudin. Este pintor que nunca triunfó, fue quien inició al joven Monet en la pintura paisajista, y lo animó a salir al exterior y a captar la belleza del entorno. Uno de los lugares favoritos de ambos artistas era la granja Saint Simeon, desde donde se apreciaba una gran panorámica del estuario del Sena y donde ambos obtenían alojamiento y comida, a cambio de cuadros.

Caen: turismo urbano con encanto

Monet y Boudin se pueden admirar también en el Museo de Bellas Artes de Caen, en el castillo medieval de Guillermo el Conquistador, donde comparten un espacio privilegiado junto a Pierre Bonnard, Stanislas Lépine, Albert Lebourg y Georges Jules Moteley.

Mont-Saint-Michel: la eterna figura

Aquí no vivió ni nació ningún artista impresionista, pero puestos a viajar por estos pagos no hay que perderse este paisaje único y caprichoso, este lugar emblemático de Francia en el que las pocas personas que viven permanentemente en una población, unida por carretera a tierra firme, se quedan aisladas periódicamente, durante las mareas altas que la convierten en isla.

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