Pattaya: el rincón de Tailandia donde todo es a gran escala

En Pattaya todo es de grandes dimensiones: sus templos, los resorts de playa, las comidas. Pero hay formas de no agobiarse ante tanto exotismo

Quien haya visto el tráiler de La Casa de Papel 3 recordará la escena cuando el Profesor le da la bienvenida a Tokio a Tailandia. La escena transcurre en una especie de templo, una gigantesca construcción llena de estatuas de la cultura budista. Este es el Santuario de la Verdad, la mayor construcción de madera del país, un edificio que parece estar pensado para no tener fin.

Este es uno de los atractivos que presenta Pattaya, una de las mecas turísticas de Tailandia a dos horas al este de Bangkok.

El Santuario de la Verdad

Este santuario (que técnicamente no es un templo) es una explosión barroca-oriental de figuras de la mitología budista, tanto en su vertiente india como china, que se presentan como un compendio visual de las enseñanzas de esta filosofía, su cosmogonía y los valores que hay que aplicar en la vida.

El Santuario de la Verdad, con 100 metros de alto, se construye con técnicas de carpintería antiguas y sin usar clavos

El edificio tiene 100 metros de alto y, fiel a las ideas budistas de que todo es un continuo derivar, llevan 37 años de obras y no parece haber un plan para que termine, apunta la guía Napha Ploykrajang.

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Las obras del Santuario de la Verdad parecen no tener fin. Foto: JP Chuet.

Porque si se añade un ala de a poco comienza a ser invadido por sirenas, elefantes, dragones, ángeles, demonios, etcétera; tanto en su fachada como en el interior. Y a ellas hay que agregarles las figuras que periódicamente se irán reponiendo de los ataques de las termitas.

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En el corazón de la estructura hay una estupa también ricamente adornada donde, según las creencias, presentan una serie de reliquias de Buda.

Todo el lugar está construido bajo técnicas tradicionales, aquí no hay ni un clavo para encajar las figuras y las vigas. Las influencias china, india, jemer y tailandesa se combinan en un fascinante sincretismo de la arquitectura.

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El templo está ricamente decorado con miles de figuras. Foto: JP Chuet.

Las solitarias playas de las islas

Pattaya se encuentra en la costa este del golfo de Siam. Quizás las calles de su centro comercial, con un tránsito siempre denso y el húmedo calor que reina no sean la mejor tarjeta de presentación.

Pero uno de sus valores más interesantes son sus playas. Una buena forma de escapar de las multitudes es contratando algunos de los catamaranes que organizan viajes a lo largo del día por las islas de Koh Pai, Koh Rin y Koh Ped.

Alimentar a los monos de la isla de Koh Ped puede ser simpático, pero cuidado que su mordedura puede ser muy dañina

Cada parada permite llegar a playas solitarias, de arenas finas y aguas turquesas, ideales para hacer snorkel entre corales y una abundante fauna de peces. Eso sí, la presencia de erizos, con púas de varios centímetros de largo, obligan a tomar precauciones, porque pincharse con ellos es una experiencia desagradable.

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Los catamaranes acercan a las playas de las islas. Foto: JP Chuet.

Cuidado con los monos

También hay que ser precavido con la última parada del catamarán, la isla de Koh Ped. Allí se concentra una población de monos que, pueden ser simpáticos pero que hay que tener cuidado al acercarse a ellos.

Como no tienen predadores su número crece y crece, y están acostumbrados a que los turistas lleguen con cáscaras de fruta (provistas por la tripulación del catamarán). Pero mucho cuidado con su mordedura o rasguños.

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Alimentar a los monos puede ser divertido. Pero hay que tener cuidado. Foto: JP Chuet.

Consejos: hay que entregarle el alimento con la mano abierta, no tirarles del rabo y aguantar con estoicismo que usen las cabezas y los hombros como plataformas para saltar de persona en persona. La experiencia puede ser divertida unos minutos, los suficientes para la selfie de rigor y a seguir viaje.

Desconectar en los resorts

Muchos viajero que llegan a Pattaya prefieren la comodidad de los resorts en primera línea de playa, con régimen de todo incluido. Es una opción válida si es que uno busca desconectar del mundo, evitar dar largos rodeos en coche por la ciudad a cambio de pasar las horas en la piscina o el mar.

El Centara Grand Mirage es tan grande que hay que alejarse mucho para que entre en una fotografía

Uno de los complejos más grandes y con más propuestas de ocio es el Centara Grand Mirage. Son dos torres unidas por pasarelas, que acogen a 555 habitaciones con vistas al mar. Casi no hay manera que la construcción entre en una sola fotografía.

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El resort Centara Grand Mirage cuenta con 555 habitaciones. Foto: JP Chuet.

En el centro, un lobby que parece un inmenso tronco hueco tiene una decoración que va a tono con la estética de cascadas, puentes colgantes y construcciones que recuerdan a una selva.

Fiel a su estilo de grandes dimensiones la oferta gastronómica se presenta con varios restaurantes: Oasis (buffet de comidas livianas), Ginger & Lime (especializados en cocinas tailandesa, japonesa, china y vietnamita), Acqua (estilo italiano), Flames (de barbacoa) y el Costa Beach Bar & Grill, donde entre diversas opciones cada semana se organiza un carrousel de comidas al estilo del espeto corrido brasilero.

Si es demasiada comida, mejor dosificar las raciones y combinarlas con los cócteles detox: hay 16 variedades para elegir.

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Los hoteles se encuentran en la primera línea del mar. Foto: JP Chuet.

El Buda de la montaña

Hablando de grandes dimensiones, en las afueras de Pattaya hay una atracción muy popular entre los tailandeses que es un gigantesco Buda esculpido sobre la ladera de una montaña.

Se trata de una figura dorada de 135 metros, donde con paciencia de artesanos colocaron cientos de miles de láminas de oro en surcos para moldear la silueta de la divinidad.

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No muy lejos hay un restaurante, el Mumaroli, que tiene una excelente propuesta de pescados, mariscos y otros frutos del mar. Lo llamativo, al menos para los ojos de los occidentales, es que el local se encuentra en un pueblo italiano de fantasía.

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El Buda esculpido en la montaña tiene 135 metros de alto. Foto: JP Chuet.

Parece un rincón de la Toscana, con sus casas de colores, sus querubines en fuentes y las enredaderas que trepan por las piedras blancas. A una corta distancia hay otra villa en construcción, que imita a un pueblo del Lago de Como, con un coliseo romano que pareciera recién inaugurado.

De vuelta en Pattaya, un restaurante que vale la pena conocer es el elegante The Glass House Silver. En la tónica de los beach club que se arremolinan, uno junto al otro en la bahía, este local tiene una recomendada carta de cocina autóctona con toques occidentales. Una propuesta de fusión que se sugiere degustar antes de que anochezca, para ver cómo el sol se pone en las aguas del golfo de Siam.

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