Cómo una pequeña ciudad alemana se convirtió en la meca de los puzles

Si estos días han armado un puzle es posible que haya sido fabricado en Ravensburg, una ciudad que este pasatiempo hogareño ha hecho famosa

En la región de Alta Suabia, al sur de Alemania, Ravensburg presenta todo los necesario para ser elegido uno de los pueblos más bonitos del centro de Europa: casas de tejados rojos, balcones con flores, una docena de campanarios medievales, calles con adoquines, etcétera. Pero además esta es la meca de uno de los pasatiempos que más está reviviendo en el mundo: los puzles.

La capital de los puzles

Con toda justicia esta ciudad alemana puede ser llamada como la capital mundial de los rompecabezas. Allí se encuentra la sede central de Ravensburger, uno de los mayores fabricantes del mundo de estas pequeñas piezas troqueladas que apasionan a todas las generaciones.

El museo de Ravensburger presenta la historia de los juegos y pasatiempos en sus 1.000 metros cuadrados

Precisamente, en estas semanas de confinamiento, solo en Norteamérica las ventas de esta compañía aumentaron el 370% comparado con el mismo período del año pasado. Si el año pasado se despachaban siete cajas por minuto, actualmente llegan a las 20 unidades, informa Venturebeat.

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El museo de Ravensburger es un paseo por la historia de los pasatiempos y juguetes. Foto: Ravensburger

La historia y los paisajes

Ravensburger empezó a producir sus famosos rompecabezas en 1964, pero la compañía tiene una historia centenaria por detrás. Fundada por Otto Maier en 1883, se dedicó durante décadas a fabricar libros educativos y juegos didácticos, hasta que la tercera generación desarrollaría el producto que la impulsaría a nivel mundial.

[Para leer más: Cinco pueblos de Europa que parecen extraídos de un libro de cuentos]

Sus puzles suelen ser de gatitos o personajes de Disney, pero casi todos los fanáticos de este pasatiempo recuerdan las cajas con paisajes de pueblos entre montañas, granjas con prados impecables y vistas aéreas de villas medievales.

Cuando se recorre Ravensburg se descubre que los diseñadores no tienen que viajar muy lejos para capturar postales idílicas. La ciudad está a pocos kilómetros del Lago Constanza, punto de encuentro geográfico entre Alemania, Suiza y Austria.

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Los juegos evolucionan a nuevas formas. Foto: Ravensburger

No muy lejos, por ejemplo, se encuentra Friedrichshafen, donde un inmenso edificio de estilo art-decó aloja al Museo Zeppelin, que muestra la historia del dirigible que había conquistado los cielos en las décadas del ’20 y ’30.

Gema medieval

Mientras que esta última ciudad fue gravemente dañada por los bombardeos de la Segunda Guerra, Ravensburg se salvó milagrosamente. Por ello han quedado intactas un gran número de viviendas construidas en los siglos XIV y XV, cuando la ciudad vivió una época de oro gracias a la industria textil.

El casco medieval de Ravensburg, que se salvó de los bombardeos de la Segunda Guerra, cuenta con numerosas casas medievales en muy bien conservadas

Una de ellas aloja el Museo del Barrio Humpis, que permite conocer en detalle cómo era la vida en el sur de Alemania entre los siglos XI y XIX.

Pero el museo más famoso, obviamente, es el dedicado a la compañía Ravensburger. Instalado en la antigua sede de la empresa, sus 1.000 metros cuadrados presentan un viaje por la industria del juguete en los últimos 150 años.

En el museo es posible conocer el proceso de fabricación de un puzle. Foto Ravensburg

En el museo es posible conocer el proceso de fabricación de un puzle. Foto Ravensburg

Allí se enseña cómo se crean los rompecabezas y de qué forma se logra que miles de piezas encajen a la perfección. Pero también se muestran la evolución de cientos de juegos que van desde tableros con fichas hasta creaciones en 3D y electrónicas.

El rompecabezas récord

Y la mejor forma de confirmar que esta ciudad es la capital de estas piezas es recordar que en el 2008, en la Marienplatz (la plaza central) unos 10.000 vecinos pusieron manos a la obra para armar un gigantesco puzle de 603 metros cuadrados en menos de cinco horas.

Fueron más de 1,14 millones de piezas, que en realidad formaban una combinación de varios rompecabezas de la compañía con motivos como animales, mapas o paisajes. Por suerte, ninguna se perdió por el camino.

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