Rodas: tradición y modernidad en la isla de los cruzados

Con huellas históricas en cada rincón de su escarpada geografía, la isla de Rodas invita a desconectar entre pueblos, playas, fortalezas y valles

Sí, Rodas es una isla griega de toda la vida; pero oficialmente forma parte del país heleno desde hace 72 años. En sus 24 siglos de historia su territorio rocoso fue disputado por una civilización tras otra, quienes dejaron huellas históricas que se descubren junto a una de las mejores playas del Dodecaneso.

Desde que fue fundada allá por 400 a.C. Rodas fue uno de los epicentros comerciales más importantes del Mediterráneo, donde los griegos dejaron paso a los romanos, estos a los bizantinos, hasta que en 1309 los Caballeros de San Juan conquistaron la isla y allí estuvieron construyendo fortalezas, puertos e iglesias durante dos siglos, para dar paso al poderoso Imperio Otomano.

La presencia turca se tradujo en mezquitas, baños y barrios, cuatro centurias que luego dieron el testigo a los italianos, que se encargaron de embellecer las ciudades y pueblos con palacios y parques.

La imponente fortaleza de los Caballeros de Rodas. Foto Vladlslav Tep-Flickr

La imponente fortaleza de los Caballeros de Rodas. Foto Vladlslav Tep-Flickr

Catálogo de historia

En pocos lugares se condensa esta variedad de culturas como en la ciudad vieja de Rodas. Basta traspasar la Puerta de la Libertad que se abre un dédalo de callejuelas empedradas que llevan a palacios medievales, arsenales, torres de defensa, minaretes, casas con siglos de historia, fuentes y mercados.

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El Palacio de los Caballeros de Rodas es el punto más importante, una antigua fortaleza bizantina convertida en el cuartel general de esta orden militar y religiosa que dominó buena parte del Mediterráneo oriental en la Edad Media.

Pocas ciudades presentan tanta historia condensada como la Rodas que se resguarda tras las murallas

Caminando por la empedrada Calle de los Caballeros se descubren otros monumentos como el Hospital de los Caballeros (sede del Museo Arqueológico), la antigua catedral ortodoxa que acoge al Museo Bizantino, y las mezquita de Solimán y de Mustafá Pachá, cercanas a los baños turcos del siglo XVI.

Molinos de Mandraki Foto Manfred Richter–Pixabay

Molinos de Mandráki. Foto: Manfred Richter–Pixabay

Un toque más moderno

La historia más moderna se encuentra fuera de las murallas, con edificios de estilo veneciano y neo clásicos como la oficina de correos, la prefectura del Dodecaneso (con un aire al Palacio de los Dogos de Venecia), el ayuntamiento y la iglesia de la Anunciación.

En el puerto de Mandráki, posible hogar del famoso Coloso, se encuentran las estatuas de los ciervos que son el símbolo de la ciudad, toque costumbrista que se suma a la postal de los molinos de viento cercanos, y el bonito Parque Rodíni, donde se supone que funcionó la Escuela de Retórica que fue famosa en el mundo antiguo.

Y claro, tampoco podían faltar las huellas de los helenos, con los restos de la Acrópolis que domina la ciudad.

Ladiko Anthony queen

Cala de Anthony Queen, en Ladikó.

Playas de todas clases

A lo largo de la isla se encuentran playas para todos los gustos. Están las sofisticadas con bares y hoteles internacionales como la de Elli -cerca de la capital-, Ialissós o Afándou (con un campo de golf de inmejorables vistas); y otras de largos arenales ideales para el windsurf como las de la bahía de Ladikó y la de Kremastí.

Algunas playas son solitarias, largas lenguas de arena ideal para practicar windsurf; y otras alojan sofisticados balnearios de hoteles internacionales

Esta última pertenece al Valle de las Mariposas, que como su nombre indica, es el hogar donde se reproducen millones de ejemplares de la variedad Panaxia Quadripunctaria, cuyos secretos se conocen en el cercano Museo de Historia Natural.

Lindos Foto  Imagen de Renata Bylina en Pixabay

La belleza de la costa de Lindos. Foto: Renata Bylina-Pixabay

El espíritu tradicional de los pueblos

En la escarpada geografía de Rodas se encuentran pueblos de paredes blancas y puertas de azul intenso como Koskinoú, otros con casas de piedra y detalles bizantinos como Salakos y Archangelos, donde además de las tradicionales artesanías se puede relajar en la playa de Tsambíka; y villas que viven a la sombra de la historia como la de Kámiros con su importante yacimiento arqueológico y Líndos, con los restos de una acrópolis en un acantilado que regala espectaculares vistas.

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Pero si alguien tiene ánimos de trekking que se anime a subir a la cumbre del Monte Atáviros, desde donde se distinguen las ruinas de los castillos medievales de Kritinia, Monólithos y del que lleva el nombre de la sierra.

Lindos Foto Francesco Pesciarelli Flickr

Cada pueblo tiene su fortaleza medieval. Foto Francesco Pesciarelli – Flickr

El toque gastronómico

El sur de la isla despliega calas anónimas y playas concurridas, con pueblos que datan de la época de los Caballeros, mecas de deportes náuticos y submarinismo, en sitios como Kiotari, Genadi, Lahania y Prassonisi.

En los pueblos o ciudades, la cocina griega que oscila entre pescados y mariscos con elaboraciones de la cocina mediterránea con su queso feta, los panes sin levadura y los vinos de la región de Embonas dan el toque gastronómico que faltaba para disfrutar de esta isla rocosa, plaza codiciada por un abanico de culturas en sus 2.400 años de historia.

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