Una planta nuclear reconvertida en parque de atracciones recibe 600.000 visitas al año

Un empresario holandés transforma en un centro de diversión rentable el espacio donde se ubicó un reactor en Alemania

Un empresario holandés ha transformado una planta nuclear situada en Kalkar (Alemania) en un parque de atracciones que recibe más de 600.000 visitas al año y que da empleo a 550 personas en temporada alta.

El centro de diversión, llamado ‘Wunderland Kalkar‘, cuenta con unos 40 juegos diferentes, con secciones para niños y adultos. Además, dispone en el mismo espacio de un hotel de 400 plazas.

En el interior de las instalaciones de refrigeración, donde estaría el reactor nuclear, hay un juego de sillas voladoras, actualmente la principal atracción del parque. ‘Wunderland Kalkar’ tiene la única montaña rusa con cuatro carriles de Europa.

Dentro de las instalaciones del parque también se realizan tours guiados, hay museos, bares con música en vivo, discotecas y restaurantes de varias especialidades.

Los visitantes pueden disfrutar del parque con plena tranquilidad, puesto que tiene una certificación que asegura el espacio está libre de radiación. El núcleo del reactor nunca fue cargado con combustible y por ello no llegó a producir energía.

Ahora, en lugar de mantenerse a una distancia prudencial, los visitantes hacen escalada por el muro exterior del refrigerador y carreras en motos de cuatro ruedas por las pistas que lo rodean.

Antecedentes

En 1972 empezó la construcción de un reactor nuclear, SNR-200, el primero que funcionaría con uranio enriquecido y diseñado para producir 327 Megawatios de potencia.

Sin embargo, los accidentes nucleares registrados en Estados Unidos, en 1979, (Three Miles Island) y el de Chernobyl en la antigua URSS, en 1986, resultaron ser un ‘mazazo’ para el proyecto, que finalmente fue abandonando en 1991.

Se dieron por perdidos los más de 3.000 millones de euros invertidos. El complejo se desmanteló y nadie volvió a acordarse de él, hasta que en 1995, el empresario holandés Hennie van der Most compró lo que quedaba de la planta Kalkar por 2,5 millones de euros y logró convertirlo en un parque de diversiones rentable.

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