Via Giulia, el camino para descubrir la Roma renacentista

A través de su trazado de un kilómetro se ven palacios e iglesias que revelan las huellas que han dejado talentos como Bramante, Miguel Ángel y Rafael

En el distrito de Regola, paralelo al Tíber, una calle de un kilómetro corre en línea recta en dirección a los puentes Amadeo Saboya y Vittorio Emanuel II. Es raro ver una arteria con este trazado en uno de los barrios más antiguos de Roma, pero esa fue la intención del papa Julio II: contar con un acceso al Vaticano que sea digno de su investidura. En su honor se creó la Via Giulia, la meca del renacimiento romano.

Como monarca absoluto de Roma Julio II sabía que la laberíntica trama medieval encorsetaba la expansión de la ciudad. Hacia fines del siglo XVI las fortunas burguesas y las casas nobles competían por tener los palacios más ostentosos, y el poder clerical no quería quedarse atrás y convocaba a grandes talentos para levantar iglesias, altares y hospicios.

Bramante, el gran arquitecto

Uno de ellos fue Donato Bramante. Mientras estaba enfrascado con la construcción de la basílica de San Pedro Julio II le ordenó reordenar la margen contraria al Trastévere.

El pintor y arquitecto diseñó dos arterias: la Settimiana (luego della Lungara), que se extendió entre prados y suburbios, y la Giulia, que cortó las manzanas como un cuchillo que atraviesa un bloque de manteca.

A lo largo de la Via Giulia grandes familias nobles y otras burguesas demostraron su poder con fastuosos palacios

En un principio la idea era crear un eje cívico, que esté vinculado con la futura basílica del otro lado del río, el Palazzo de la Zecca y la antigua cancillería (el actual Palazzo Sforza Cesarino).

Arco Farnesse Via Giulia Foto Wikipedia

El Arco Farnese, diseñado por Miguel Ángel.  Foto Wikipedia

Esta arteria fue la elegida para alojar un palacio de justicia, que hubiera sido una espléndida construcción con arcadas y torres en cada esquina.

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Nunca se terminó, pero parte de sus cimientos conocidos como los sofás de Via Giulia sirvieron para levantar residencias vecinas.

La resurrección del proyecto

Muerto Julio II la urbanización de la vía quedó a mitad de camino, pero la llegada de León X en 1513 dio un nuevo impulso al proyecto, que además abrió los brazos a los palacios renacentistas de familias como los Ricci, Chigi y Sacchetti.

Primero se revitalizó la parte norte, entre el fallido palacio de justicia y el barrio florentino, donde artistas como Rafael, Miguel Ángel y Antonio da Sangallo el Joven fueron convocados para diseñar las residencias, pintar frescos y otorgar el glamour necesario a estas grandes fincas con jardines con salida al Tíber.

Interior Palazzo Farnese

El lujoso interior del Palazzo Farnese.

La Via Giulia era el equivalente renacentista al Paseo de Gràcia en Barcelona o la Milla de Oro madrileña, donde nobles, burgueses, obispos y cazafortunas paseaban para ver y ser vistos. A lo largo de su trazado se organizaban bailes, fiestas populares y torneos.

La Via Giulia hoy

En el siglo XIX, la construcción de muros de contención a lo largo del Tíber condenó a la Via Giulia. Muchos palacios fueron abandonados y varios jardines ocupados por casas de menor valía.

Entre los palacios destaca la gigantesca estructura del Farnese, que Miguel Ángel había proyectado como parte de un complejo más grande

Pero algunas residencias mantuvieron una resistencia numantina ante la topadora del progreso, así como unas cuantas iglesias permanecen como fieles testigos del prestigio de este rincón romano.

Uno de ellos es el imponente Palacio Farnese, propiedad del estado italiano pero cedido a Francia para su embajada. Miguel Ángel pretendió hacer un edificio más grande todavía, con una conexión entre la residencia y la Villa Farnesina, en la margen opuesta del Tíber. De esa idea solo quedó un arco, atrapado por la hiedra, en una de las postales más bonitas que se pueden encontrar en la ciudad.

palazzo falconieri

Fachada del Palazzo Falconieri.

Palazzos e iglesias para descubrir

Otros palazzos a tener en cuenta cuando se camine por la Via Giulia son el Falconieri (de la familia Ceci, ampliado en 1650 por Francesco Borromini), el Cisterna, el Sacchetti (donde se encuentran algunos de los salones más grandes de Roma), el Ricci Donarelli (del siglo XVII), el Medici Clarelli y la llamada Casa de Rafael.

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Entre las iglesias, destaca la de San Giovanni dei Fiorentini, cuya fachada barroca aparece súbitamente entre las casas de cuatro plantas y que fue sede de la comunidad toscana. En su interior cabe ver las ricas tumbas de las familias de esa región afincadas en Roma.

San Giovanni dei Fiorentini Rome

La estampa barroca de San Giovanni dei Fiorentini. Foto Wikipedia

También está el templo de San Biagio degli Armeni, perteneciente a la comunidad armenia, reconstruida en el siglo XVIII y el de Santa María dell’Orazione e Morte, que como tenía la misión de recoger los cadáveres en las calles, está decorada con calaveras, relojes de arena y lámparas elaboradas con huesos. Interesante para los amantes del turismo oscuro.

La Via Giulia llegó a ser tan espléndida que la leyenda dice que en la Fuente de Mascherone, construida en 1570 con restos de antiguas esculturas, de la cara pétrea los días de fiesta surtía vino en vez de agua. Eran tiempos que Roma tenía razones para seguir presumiendo que era la ciudad eterna.

Fonte Mascherone

La popular fuente del Mascherone

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