Viaje por los relojes astronómicos más bellos de Europa

De Praga a Gdansk pasando por Venecia, Tübingen y Olomuc, estos son los artefactos cronológicos más hermosos para disfrutar de la hora sin mirar el móvil

A partir del siglo XV surgieron en toda Europa fabulosos artefactos cronológicos. Algunos de ellos todavía adornan las ciudades e, incluso, guardan parte del mecanismo original.

No embarcamos en un viaje que nos llevará de Praga a Gdansk y de Venecia a Tübingen pasando por Olomuc para ver pasar las horas en los relojes astronómicos más hermosas del mundo.

El Ayuntamiento de Praga cobija en su pared sur el que posiblemente sea el reloj astronómico más completo y bello de Europa, de 1410

Praga, el reloj más bello

Praga fue sede del sacro Imperio Romano en el siglo XIV bajo el reinado de Carlos IV. Se convirtió en capital del Estado en 1918 al caer el imperio, con la creación de Checoslovaquia. Sufrió la primavera del 68 y fue paciente observadora de la serena “revolución de terciopelo” del 89.

[Para leer más: Praga, ¿y si fuera oro todo lo que reluce?]

Serpenteando entre sus callejuelas barrocas se llega a la Plaza de la Ciudad Vieja, fiel testigo de los aconteceres de la añeja Praga. 

Reloj astronoÌmico de Praga. Foto: Richard Ley | Pixabay.
Reloj astronoÌmico de Praga. Foto: Richard Ley | Pixabay.

El Ayuntamiento, con su deslumbrante estilo neogótico, cobija en la pared sur uno de los relojes astronómicos más completos y bellos de Europa, construido en 1410 por el relojero Nicolás Kadan y el profesor de matemáticas Jan Sindel.

De nueve de la mañana a once de la noche sus ventanas superiores se abren cada hora para dar paso al desfile de los doce apóstoles presididos por San Pedro al  son de las campanadas.

En el cuadrante con forma de astrolabio están el anillo zodiacal y el de rotación. La luna y el sol prevalecen sobre tierra y cielo, como queriendo expresar que están a su merced

En los laterales de las esferas, a la representación de La Muerte, que blande puntualmente la guadaña, le acompañan La Pereza, emulada por un turco que vive tocando la mandolina, por un presumido que se mira al espejo recreando La Vanidad y por un comerciante que mueve su bolsa con codicia jugando el papel de La Avaricia.

En 1882 se incorporó el gallo dorado que cacarea cuando el último apóstol se esconde tras el ventanal.

Los medallones del calendario circular, obra del pintor checo Josef Mánes, se añadieron en 1870 para presentar los meses del año, fielmente custodiados por un filósofo y un ángel en un costado, un astrónomo y un cronista en el otro.

Gdansk, mecanismo original

Gdansk no es una ciudad cualquiera. No solo le distinguen su belleza arquitectónica y su estratégica situación a orillas del Báltico. La ciudad portuaria ha sido testigo de grandes acontecimientos históricos. 

Tubingen. Foto Manena Munar.
Iglesia de Santa María, donde su ubica el reloj astronómico. Foto: Manena Munar.

En el famoso paseo de Danzig estalló la segunda guerra mundial y medio siglo más tarde Gdansk volvería a sonar en los anales de la historia pues en su puerto se gestó el movimiento de Solidaridad que hizo temblar los cimientos de Europa del Este.

Entre fachadas barrocas y torres de las iglesias sobresalen las agujas de Santa María, la mayor iglesia de ladrillo de la Europa Medieval, levantada entre 1343 y 1502. Detrás del ala norte se encuentra el reloj astronómico del maestro de Torun, Hans Düringer, (1464-70) que aún guarda su mecanismo original del medievo.

El reloj posee una belleza plástica extraordinaria. Su estructura está compuesta por tres elementos esenciales: El Calendario en la parte inferior, El Planetario en el centro, y el Teatro de las Figuras en la zona superior del reloj.

Reloj astronoÌmico de Gdansk. Foto: Manena Munar.
Obra de Hans Düringer, el reloj es de una belleza extraordinaria. Foto: Manena Munar.

Adán y Eva tañen las horas y los cuartos, ya que fueron los primeros en sufrir el paso del tiempo, mientras ángeles y arcángeles custodian al reloj y sus personajes.

[Para leer más: Qué ver en Gdansk, la ciudad de la libertad (y ahora de la concordia)]

Venecia y los Reyes Magos

El emblemático y renacentista edificio de La Torre del Reloj, diseñado en el siglo XV por Mauro Codussi, fue cómplice de la historia veneciana, acompañándole en sus momentos de gloria y en los de decadencia también. Sufrió el pavoroso incendio de 1996 que arrasó el Teatro de la Opera La Fenice y finalmente -tras diez laboriosos años de restauración- su campana volvió a tañer el 27 de mayo del 2006.

Miles de personas testificaron el momento en que los dos titanes del tejado llamados ‘moros’ por su patina oscura martilleaban la gran campana. El moro con barba –il vecchio– toca las horas cuando aún faltan dos minutos, y el moro lampiño –il giovene– toca pasados dos minutos de la hora.

Torre del reloj de Venecia. Foto: Manena Munar.
Torre del reloj de Venecia. Foto: Manena Munar.

La restauración del edificio de la torre organizada por el ayuntamiento de Venecia fue llevada a cabo por Brandolin Dottor Group y la del reloj por la manufactura suiza Piaget.

En el panel inferior del reloj y solo los días de Epifanía y la Ascensión, aparece el cortejo de los Reyes Magos para honrar a la Madona 

De la blancura que cubre las paredes de la Torre sobresale el azul esmaltado de la esfera del reloj astronómico y los dorados signos del zodiaco con las fases lunares. Números romanos, del uno al veinticuatro bordean la esfera mientras el león alado de San Marcos, símbolo de Venecia, protege su espacio y vigila la Plaza.

En el panel inferior, el cortejo de los Reyes Magos precedidos por un ángel hace acto de aparición los días de Epifanía y de la Ascensión para honrar a la Madona que preside la Torre. Fechas en que los ‘moros’ del tejado se giran para reverenciar a la virgen.

Tübingen, un reloj laico

La universidad de Tübingen, a unos 40 km al sur de Stuttgart, data del 1477 y es una de las más reconocidas en Alemania, especialmente en lo que a Ciencias Naturales, Medicina y Ciencias Humanas se refiere.

Plaza del Mercado de Tubingen. Foto: Manena Munar.
Plaza del Mercado de Tubingen. Foto: Manena Munar.

Ha dado hombres notables como el astrónomo Johannes Kepler y el filósofo y poeta Georg Wilhelm. Goethe también estuvo en Tübingen; una placa de bronce señala la casa en la que se alojó, mientras Joseph Ratzinger -Benedicto XVI- fue profesor de Teología Dogmática.

En la Plaza del Mercado la gente se sienta en las terrazas a saborear una copa de vino de la región, muchos de ellos estudiantes. Sin embargo, la verdadera protagonista de la plaza es la bella mansión del Ayuntamiento de bellísimo esgrafiado en la fachada occidental, obra de arte de 1876, y coronada por un reloj astronómico cuya esfera fue construida por el profesor de matemáticas y astrónomo Johannes Stöffler. La guerra lo detuvo, volviendo a latir en 1993.

El reloj de Tübingen cuenta con la unicidad de una manecilla en forma de dragón destinada a predecir los eclipses tanto de sol como de luna. Según señale la lengua del reptil mitológico en la esfera superior se esconde la luna o el sol.

El de Tubingen es de los pocos relojes que no tiene motivos religiosos. Foto: Manena Munar.
El de Tubingen es de los pocos relojes que no tiene motivos religiosos. Foto: Manena Munar.

Su particularidad estriba también en que es de los pocos relojes astronómicos que no tiene motivos religiosos. La manecilla del dragón, de influencia china, cada noche se traga al sol y cada mañana lo devuelve para que alumbre la tierra.

Olomouc, de corte socialista

Al punto de las doce, la ciudad checa de Olomuc deja sus quehaceres y se detiene ante el reloj astronómico situado en la fachada septentrional del Ayuntamiento, esperando a que comience el desfile de corte socialista cuyos autómatas representan al lechero, obrero, futbolista o campesino.

El reloj, al igual que la ciudad que le cobija, ha pasado por diferentes traumas históricos que le han situado en la posición que hoy ostenta. No se había fabricado todavía cuando en Olomouc, entonces capital de Moravia, fue asesinado el último rey de la dinastía Premislida, Venceslao III, reinando tras él La Casa de Luxemburgo.

Por Olomouc cruzaban los mercaderes de la ruta del ámbar viajando desde el Mediterráneo hasta Polonia para cambiar objetos de bronce por ámbar del Báltico, sal y pieles. Padeció la peste, como prueba la imponente columna de la Santa Trinidad que se construyó en honor a la virgen para que les protegiera de la plaga, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 2000.

Reloj astronoÌmico de Olomuc. Foto: Manena Munar.
Reloj astronoÌmico de Olomuc. Foto: Manena Munar.

Se calcula que el reloj genuino dio sus primeras campanadas allá por el 1.419. Tras su destrucción parcial a finales de la segunda guerra mundial, su resurrección en la Plaza Alta trajo una nueva versión muy acorde con los tiempos que corrían.

Las figurillas de trabajadores son obra de los escultores Olbram Zoubeck y María Svolinsky, esposa de Karel Svolinsky, autor nicho gótico donde se resguardan las figuras, que se jubilan de sus oficios para practicar sanos deportes en la llanura de Haná, donde se emplaza Olomuc.

Los mosaicos de cristal son una alegoría a los doce meses del año. Hoy en día el reloj toca canciones populares de la región y es un testimonio muy especial de la era socialista.

a.
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