Santorini: paraíso para los turistas, pesadilla para sus ciudadanos

Los funcionarios huyen de la isla asustados por los precios de la vivienda, impulsados por la avalancha del turismo

En la isla griega de Santorini, un paraíso para el turismo con más de cinco millones de visitantes anuales, la búsqueda de un piso es una verdadera pesadilla para los funcionarios de los servicios públicos, que deben optar por vivir en alojamientos inadecuados o por pagar alquileres desorbitados. No es extraño, por tanto, que médicos, personal de enfermería, maestros de escuela, policías, bomberos… hagan muchas veces todo lo posible por evitar un traslado a esa isla.

«El periodo turístico va desde abril hasta finales de octubre, por eso los locales no quieren alquilar sus pisos a médicos o a maestros. Prefieren alquilarlos a través de plataformas como Airbnb o simplemente no alquilarlos el resto del año», explica Manolis Karamolengos, director de un colegio público de enseñanza secundaria en Santorini. Y añade: «los que están dispuestos a alquilar sus pisos a funcionarios exigen alquileres de 600 euros al mes, precio prohibitivo para gente con un salario que ronda los 800 euros. A veces los arrendadores piden incluso el pago anticipado del alquiler de todo el periodo del contrato».

«Cuando me trasladaron a Santorini, tuve menos de una semana a mi disposición para buscar un piso», dice Fotini Kuvata, maestra de enseñanza secundaria interina. Kuvata, que se trasladada con cada renovación de su contrato a un punto distinto de Grecia, relata que, cuando pidió al propietario del hotel donde se había instalado los primeros días si podía hacerle un mejor precio para así poder instalarse allí durante el curso, le ofreció pagar 40 euros la noche en lugar de 50.

«Mi salario, 800 euros, no era suficiente ni siquiera para pagar el alquiler», lamenta. El primer piso que finalmente consiguió alquilar tuvo que abandonarlo porque, además de estar muy lejos del colegio en el que daba clase, no estaba acondicionado para el invierno.

«Incluso pensé en presentar mi dimisión; muchos colegas han dimitido a pesar de las dificultades que eso genera de cara a obtener otro contrato temporal el próximo año escolar», recalca Kuvata. La maestra afirma que a algunos colegas suyos sus caseros les exigieron, a partir de abril, dejar el piso «incluso sin avisar con antelación».

Karamolengos explica que cada año las escuelas de la isla consiguen a duras penas el número de maestros interinos que necesitan para funcionar. «Si no te ves obligada a vivir esta situación, no te lo puedes creer», concluye Kuvata, que dice que para el próximo año escolar prefiere «una isla aislada del Egeo antes que Santorini».

Maria Mavrikaki, directora del hospital público de la isla reconoce que médicos y personal de enfermería hacen frente al mismo problema. «Por suerte a ningún trabajador del hospital le han echado de su piso al inicio del periodo turístico, pero todos tienen dificultades al buscar alojamiento», declara. «A los médicos intentamos ofrecerles incentivos económicos a través de fundaciones privadas locales, como subvenciones al alquiler», dice, que asegura que su hospital se dirige sistemáticamente a las instituciones y asociaciones de la isla para ayudar a su personal a encontrar casa.

Mucho más difícil es la situación para los agentes de Policía y los bomberos que se trasladan a Santorini durante el periodo turístico. «Viven en condiciones de albergue juvenil, es decir, tres o cuatro personas comparten una habitación», dice el alcalde de la isla Anastasios Zorzos, que reconoce que los altos precios de los alquileres son un problema grave y que las iniciativas del Ayuntamiento para solucionarlo «no han dado los resultados deseados».

«El Ayuntamiento no puede subvencionar el alquiler a los funcionarios. El Tribunal de Cuentas lo rechazaría», lamenta, que explica que este tipo de gasto no está previsto por la legislación que rige los municipios. En Santorini existe una base de la Fuerza Aérea que desde hace años no está operativa y el alcalde afirma que ha pedido su uso en repetidas ocasiones, pero «tanto el actual ministro, como sus predecesores lo han rechazado». Incluso a pesar de que los barracones de la base «permitirían resolver el problema», concluye Karamolengos. 

a.
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