Un trío de ases para comer callos

Los catalanes Milenium y Los Chiquitos 2 y el turolense Casa Vicente, locales imprescindibles para los amantes de este plato

No les voy a descubrir ahora la pasión por los callos de los amigos del grupo de Facebook ‘me gustan los callos de tapa‘. Somos gente (más de 2000) entregada al arte culinario tanto en la cocina como en la mesa. Tal vez sea justo reconocer que más en lo último que en lo primero.

Hoy les quiero hablar de un lugar que hemos descubierto en las últimas semanas y que nos sorprendió gratamente. Se trata de un bar de barrio ubicado en Sant Adrià del Besos (Barcelona) llamado Los Chiquitos 2. Es un bar de aquellos en el que los obreros van a tomar el desayuno y en el que cocinan con esmero y cariño.

Cocinan los callos de manera celestial, y a un precio de escándalo. Cuatro euros por una ración más que generosa. Salsa perfecta, picante algo justito e ingredientes como el jamón que también son variantes a la hora de cocinarlos. Cierto es que los callos pueden llevar ingredientes sorprendentes como el chorizo, el tocino, el pimiento, el jamón, etc. Puestos en su justa medida las combinaciones son innumerables. En este lugar que les digo lo bordan. Hay también otras tapas como las alitas de pollo maceradas que deberían formar parte del menú de cualquier comensal que quiera tocar el cielo.

Quisiera por último hablarles de Milenium, un restaurante situado a la orilla del rio Congost en Manresa donde también tienen la mano rota con nuestro plato

Otro lugar en el que los callos son especialmente interesantes es Casa Vicente, un restaurante ubicado en Rubielos de Mora, un pueblecito de la provincia de Teruel que está catalogado como uno de los pueblos más bonitos de España. Pues bien, en Casa Vicente puedes degustar uno generosos callos que puedes acompañar con los excelsos platos de morro frito que tienen el honor de cocinar. Imperdibles también.

Quisiera por último hablarles de Milenium, un restaurante situado a la orilla del rio Congost en Manresa donde también tienen la mano rota con nuestro plato. En un ambiente moderno y acogedor, en el que predomina el blanco, nos encontramos con la grata sorpresa de platos tradicionales a precios muy razonables. Les puedo decir que la salsa del plato de callos era especialmente buena y el secreto radicaba esta vez en el tocino, que le daba una textura suprema. Piezas en su justa medida y apoyo del chorizo como elemento que aportaba picante. El justo. 

a.
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