El Ritz de París reabre en el peor momento

Tras cuatro meses de obras, y una inversión de 140 millones de euros, vuelve uno de los hoteles más emblemáticos del mundo en una época difícil para los establecimientos de lujo de la capital francesa

Propiedad desde 1979 del multimillonario egipcio Mohamed Al Fayed, el hotel Ritz cerró en agosto de 2012 para acometer importantes trabajos de renovación. Esta semana, tras cuatro años de obras y una inversión de 140 millones de euros, el mítico hotel de París ha reabierto sus puertas. Pero en uno de los peores momentos para el mercado del lujo de la capital francesa.

En un contexto complicado

El contexto es complicado para la hostelería parisina en general. Desde los atentados yihadistas de noviembre de 2015, el sector registra un 25% menos de ocupación. A la masacre se han añadido además, durante 2016, diversos conflictos sociales, repetidas huelgas de transporte y las recientes inundaciones.

Según la patronal hotelera de la región, “las reservas de junio a agosto son alarmantes; de un 30 a un 50% menores que en el mismo periodo de 2015. Los más perjudicados son los hoteles de 5 estrellas. La tasa de ocupación prevista para este verano podría ser hasta un 6% inferior a la calculada para el resto”.

¿Qué tiene el Ritz?

Según la consultora MKG Hospitality, sólo los atentados de noviembre tuvieron un impacto negativo de 270 millones de euros en la cifra de negocio de los hoteles parisinos. “La visita de los turistas japoneses se hundió un 56% en el primer trimestre del año, la de los rusos descendió un 35%, y la de los chinos, un 14%”.

¿Qué tiene entonces el Ritz –cuya habitación más barata no baja de los 1.000 euros por noche- para tener colgado el cartel de completo, según su página web, hasta el próximo 19 de junio? Ante todo un nombre y una historia, sinónimos de una elegancia europea que la marca lleva hasta el extremo.   

Primeras imágenes

Ahora se sigue entrando por su puerta giratoria, idéntica a la original, pero ya automática. El lobby también continúa casi igual que cuando se inauguró en junio de 1898, pero exhibiendo sillones tapizados con telas de firma, imponentes cortinas de terciopelo azuly un deslumbrante suelo de mármol blanco.

Justo al lado están el nuevo salón Marcel Proust, recubierto de libros y donde todas las tardes se sirve el té “a la francesa”, y el aparcible patio con su fuente, donde se ha instalado el bar que comunica con el restaurante gastronómico L’Espadon, decorado con apliques de cristal de Venecia  y butacas Louis XV.  

Siguiendo por una galería se llega a la nueva zona de tiendas de lujo, que imita los pasajes cubiertos parisinos; al jardín, con sus 26 tilos plantados como en el palacio de Versalles; y al bar Hemingway, donde podemos saludar a Colin Peter Field, considerado el mejor barman del mundo.

Spa Chanel

Algunos de sus primeros clientes ya han comentado en las redes sociales que, para ir a los dormitorios, merece la pena subir por la imponente escalera, al menos la primera vez. Actualmente dispone de 71 habitaciones (a partir de 35 metros y 1.000 euros por noche) y 71 suites (algunas valen hasta 28.000 euros al día), a las que también se puede acceder a través de 34 ascensores.

En la primera planta se ubica la famosa Suite Impériale con techos de 6 metros de alto, bajo-relieves antiquísimos, telas bordadas en seda salvaje y una cama monumental. En el segundo piso se encadenan más suites, cada una aderezada con piezas únicas, una decoración sorprendente y algunos detalles tecnológicos, pero conservando todavía el rústico timbre que inventó Cesar Ritz para llamar a las doncellas.

En el tercer piso, las habitaciones, más pequeñas, han decepcionado a algunos. Dispuestas bajo los tejados, sus ventanas en forma de ojo de buey han sido colocadas muy altas y carecen de buenas vistas. Un pequeño inconveniente que estos afortunados huéspedes olvidan bajando al sótano, donde se enclava el Spa Chanel, con su zona de fitness, tratamientos y piscina –en la que hasta se puede escuchar música clásica debajo del agua-. 

a.
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