Les Hamaques: desconexión zen en la Costa Brava

Un antiguo pajar se convierte en un pequeño alojamiento de sólo cinco habitaciones diseñado hasta el milímetro

Llegamos el sábado por la mañana, expectantes e intrigados. Venimos a pasar un fin de semana a este rincón del Empordà, un lugar donde las cosas parecen funcionar de otra manera. El establecimiento es un secreto bien guardado, transmitido de boca a oreja. No tiene cartel ni timbre, sólo una pequeña puerta que se abre a un mundo lleno de sensaciones.

Se llama Les Hamaques, y no es un hotel clásico ni una casa rural. Los propietarios lo han convertido en un lugar informal e intimista, nos han dicho que ideal para nuestra escapada secreta. Queremos desconectar del trabajo y de la ciudad.

Una antigua casa de campo

Hace cuatro años, Ino y Dominique transformaron su casa de campo, un antiguo pajar rehabilitado, en lo que hoy es el sorprendente alojamiento. Dominique se encargó del proyecto de rehabilitación y diseñó los espacios y gran parte de los muebles. Ino se encargó de la decoración y del estilismo: Maderas recuperadas, suaves tejidos, tenue iluminación y estudiada sencillez. Elementos esenciales para crear un ambiente cálido y acogedor.

La mezcla de estilos que tanto gusta a los propietarios está presente en cada uno de los espacios de Les Hamaques. Vintage, design, brocanter, piezas nuevas, otras viejas, muebles restaurados, recuerdos de viajes y nuevas adquisiciones que día a día van modelando la fisonomía del hotel. La decoración responde a una manera de ser y de vivir, a una filosofía basada en el profundo respeto por la naturaleza. Las telas, la pintura, los materiales, hasta el pan recién horneado, todo es natural o artesanal.

Sólo cinco habitaciones

El hotel cuenta con cinco habitaciones. Todas tienen salida a la terraza o al patio y todas tienen nombres tremendamente románticos: Acacia, Bambú, Magnolia, Glicina y Buganvilla. Son las flores, plantas y árboles del frondoso jardín de Les Hamaques. Nos explican que la jardinería es una de las grandes pasiones de Dominique, que es también el creador del magnífico invernadero.

 

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