Los grandes fondos sacan a Barcelona de sus planes de inversión

La alcaldesa Colau logra poner a la mayoría de grandes empresas de acuerdo: la capital catalana ya no es el mejor lugar en el que invertir

En el catálogo de los grandes fondos, Barcelona solía ocupar las portadas: una ciudad todavía a precios asequibles, con un clima ideal y en el mapa de los turistas de medio mundo. Una posición de privilegio que se resquebraja ante las trabas que han encontrado varios inversores a la hora de poner en marcha un proyecto en la capital catalana.

Los vehículos del mundo anglosajón no han dudado en retornar la carpeta de la ciudad al fondo del cajón ante la incertidumbre reinante desde la llegada de la alcaldesa Ada Colau al consistorio. «Hay mucho interés en adentrarse en el inmobiliario de la ciudad, pero los ejemplos vistos no invitan al optimismo y han sembrado un precedente», explicaba hace unas semanas Bruno Hallé, de Magma Hospitality Consulting.

Traspiés como el de Emin Capital a la hora de convertir la Torre Agbar en un hotel o el de KKH Capital & Property en la antigua sede del Deutsche Bank han desatado los temores de los gestores. “El español es flexible y trata de buscar soluciones, pero el internacional lo tiene muy claro: si la inversión no es totalmente segura la descarta”, añade otro consultor. “El Ayuntamiento asusta mucho más que una hipotética independencia”, sentencia.

De este modo, los vehículos inversores que ya entraron en Barcelona se han visto obligados a buscar alternativas. Emin revendió la icónico edificio a la socimi Merlin Properties y KKH erigirá viviendas de lujo en lo alto del paseo de Gracia y transformará el hotel Montecarlo, en Las Ramblas, en un local comercial.

Los palos a la rueda de la edil han tenido un efecto colateral: el incremento de los precios en los edificios que sí cuentan con licencia. Así, los pocos que se atreven acaban por cerrar operaciones a costes difícilmente amortizables. Un ejemplo, la compra del hotel Silken Diagonal por parte de Benson Elliot tras entregar un cheque de 80 millones de euros. «Generalmente, la rentabilidad hotelera ronda el 6%, pero operaciones como esta bailan sobre porcentajes del 3%», señalaba Hallé.

Los empresarios de los sectores más dinámicos de la economía barcelonesa han dicho basta a Colau. Otro ejemplo son las grandes corporaciones energéticas, que han visto como el gobierno municipal las intenta dejar en fura de juego. Endesa consiguió que el Tribunal Catalán de Contratos del Sector Público anulara en marzo pasado el concurso público para adjudicar el alumbrado público. Todavía no se ha vuelto a convocar. Los representantes de estas grandes corporaciones tampoco han conseguido reunirse personalmente con Colau o con Badia.

El bienio Colau no genera acuerdo ni entre los sindicatos. Muchos empleados temen perder sus puestos de trabajo con las anunciadas remunicipalizaciones. UGT no ha dudado en advertir que pueden destruir empleo. Son muchos los representantes que están dando la espalda a la alcaldesa. Incluso ha conseguido unir a todos los empleados del metro en su contra. Este 10 de julio será el décimo lunes que convocan una huelga parcial en los tres últimos meses.

El presidente del comité de empresa, Pere Ramon Dalmau (CGT), explica que han pedido repetidamente que la concejal de Movilidad, Mercedes Vidal (EUiA), participe en las negociaciones. No lo han logrado. La alcaldesa sólo les ha recibido una vez, al principio de legislatura, cuando les prometió la constitución de una mesa de seguimiento. Tampoco han sabido nada más de esta propuesta.

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