La sociedad clandestina del sexo de Barcelona cierra las puertas

La organización de Jairo Lozano se despide 11 años después con una multitudinaria fiesta liberal celebrada en la zona alta de la ciudad. Intercambios, tríos y bacanales se mezclan con risas, bailes y disfraces de lo más creativos.

Libertad de expresión, respeto y mucho sexo. Son los ingredientes básicos que se dieron cita el pasado sábado en una casa de cuatro plantas situada en la zona alta de Barcelona, dónde se puso el cierre definitivo a una sociedad privada, casi clandestina, que durante 11 años ha facilitado encuentros sexuales en la capital catalana sin tapujos ni pudores de ningún tipo.

En la torre de la calle Anglí, más de 300 personas se mezclaron sin importar su condición sexual en la fiesta de despedida. Hombres con hombres, mujeres con mujeres y hombres con mujeres protagonizaron todo tipo de relaciones: tríos, intercambios y orgías o bacanales. La premisa es clara en este tipo de fiestas, que la gente haga lo que le apetezca para pasarlo bien sin importar el que dirán ni atender a los estereotipos sociales más o menos bien vistos.

Sociedad Cerrada, como se llama oficialmente la organización fundada por Jairo Lozano y Joseph Blickensdoerfer, puso el punto y final con una Closing Party que ni en Ibiza. Los asistentes, algunos extranjeros pero en su mayoría catalanes, acudían formalmente vestidos y se destapaban una vez dentro, tras pagar 40 euros en la entrada. Casi todo el mundo iba disfrazado y ligero de ropa para participar del lema de la fiesta final: «Bailaremos como si fuera el fin del mundo».

Cuartos oscuros, sonrisas y respeto

Las más sensuales jugueteaban con los hombres y mujeres que las envolvían en la sala de baile o en el jardín con piscina. Los más curiosos, tras adquirir alguna copa con un innovador sistema de pulsera digital para ser pagada a la salida, se asomaban a las habitaciones más pequeñas y oscuras de la casa y participaban como voyeurs o en el cuerpo a cuerpo.

«Siempre con respeto, si alguien te dice que no, no insistas», aseguran personas vinculadas a la organización de la fiesta como condición exigida para ser aceptado en Sociedad Cerrada. «Regala una sonrisa a cada persona con quién te cruces», «ponte lo que nunca te atreviste a poner» y «deja las penas en casa, te estarán esperando», son algunas de las frases que mejor resumen el espíritu de la organización, pensada para romper moldes y acabar con los tabúes sexuales.

Hace 15 años en Berlín…

El origen de Sociedad Cerrada se remonta a un piso de estudiantes en Berlín, donde convivían Joseph y Jairo hace 15 años. Allí, montaron una fiesta con 15 amigos que fue bautizada como Die Geschlossene Gesellschaft (La Sociedad Cerrada). El boca a boca hizo que la idea corriese como la pólvora y en unos meses se trasladó de una cocina berlinesa del barrio de Prenzlauerberg a una mansión victoriana ubicada junto al lago de Potsdam, a las afueras de Berlín.

Cuando terminaron su etapa de estudiantes, Joseph regresó a Washington y Jairo volvió a su Barcelona natal, dónde era incapaz de quitarse de la cabeza las maravillosas experiencias que había vivido y compartido en Alemania. Reclutó a sus amigos de infancia y en 2004, sin apenas recursos, montó la primera fiesta de Sociedad Cerrada. Repitió la misma fórmula y el boca a boca –recalcan que nunca colgaron pósters por la ciudad ni repartieron flyers– sumado al poder de Internet –la página web fue vital– ha llevado a congregar más de 8.000 miembros en 40 países distintos.

La famosa fiesta del gimnasio

Sociedad Cerrada ha organizado muchas fiestas en todo este tiempo. Al menos, entre tres y cinco al año destinadas a sus miembros, sin contar las que puedan haber montado de forma más privada. En ellas no ha faltado representación de la alta sociedad catalana y de caras conocidas como la sexóloga Daniela Blume, que participa en un programa de radio muy picante en Los 40 Principales.

La Party a la que asistió Daniela fue, precisamente, una de las más divertidas de estos 11 años, según miembros de la organización. De hecho, fue bautizada como «la mejor fiesta de la historia de Sociedad Cerrada», tras su celebración hace dos años. Un gimnasio cerca del Paral·lel fue el lugar de los hechos. La sauna, la piscina, el jacuzzi y la sala de pesas fueron cómplices de un crimen perfecto.

Punto… ¿Y final?

Barcelona está llena de rincones, de locales y de colectivos con ideas que, a menudo, pasan inadvertidos para las masas. Sociedad Cerrada es un claro ejemplo de ello. Por ahora termina, pero hay otros Jairo en la capital catalana que se mueven sin descanso a favor de la libertad de expresión creativa, de la diversión bajo la premisa del respeto y la educación. Sólo hay que buscarlos. 

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