COI: ¿No nos quieren?

La decisión de los algo más de 90 miembros del Comité Olímpico Internacional (COI) de conceder los juegos olímpicos de 2020 a Tokio, eliminando a Madrid en la primera ronda frente a Estambul, pese a que la capital de España había obtenido la mejor valoración de las ciudades candidatas por parte de la correspondiente Comisión de Evaluación, ha asumido en un profundo desencanto y melancolía a los cientos de miles de ciudadanos que habían depositado en la candidatura española toda su confianza y en la numerosa delegación española y nutridísimo grupo de medios de comunicación españoles que habían aterrizado en Buenos Aires como el que llega a tierra conquistada.

Con independencia del juicio que pueda merecer la actual estructura del COI, en donde se siguen dando casos tan atrabiliarios de miembros que heredan los puestos de sus mayores o que forman parte de él hasta diez casas reales o que el número de deportistas olímpicos es inferior al de miembros de otro origen, los expertos apuntan al hecho incontrovertible de que su opinión configura la imagen de los países que el mundo tiene de los países candidatos.

En febrero de 2012, Monti decidía retirar la candidatura de Roma por no poder hacer frente a los gastos, debido a la crisis económica y a la situación del país,
quedando sólo cinco ciudades candidatas: Estambul, Tokio, Bakú, Doha y Madrid. Los gobernantes españoles, lejos de seguir a su colega italiano y amedrentarse por la profunda crisis que estuvo a punto de obligar a un monstruoso rescate por parte de la Comisión Europea, optó por un tercer intento, en la seguridad de que una supuesta situación de privilegio en materia de infraestructuras olímpicas, le daban una innegable ventaja.

No ha sido así y los miembros del COI, una vez más, como cuando eligieron Río de Janeiro pese a que Tokio estaba mejor considerada, han manejado otros parámetros y entre ellos no han dejado al margen, según supuestos interpretes del COI, determinados aspectos de la sociedad y de la política de los países candidatos y ahí España y la situación por la que atraviesa no la hacen ser un país fiable para los miembros del COI desde el punto de vista económico, político y social.

Pese a lo que trasciende en España, la imagen de nuestro país a partir de 2008 se ha derrumbado a los ojos de los ciudadanos de los países de la comunidad internacional y no pasan desapercibidas situaciones con las que los españoles parecen haberse acostumbrado a convivir en los últimos años y ahí caben los casos de corrupción, los graves desequilibrios de cifras macroeconómicas, las imposibles tasas de desempleo, el separatismo catalán, la imagen que de España da la prensa internacional o el envilecimiento de las relaciones políticas. En definitiva, España, hoy por hoy, no es de fiar para una buena parte de los miembros del COI, pese a los compromisos públicos adquiridos y la reiterada involucración de la Corona en el proyecto olímpico.

La tarea, que según analistas y supuestos expertos internacionales tiene España por delante, es ingente y en esa labor, la prima de riego o los plácemes públicos de la clase dirigente reunida en San Petersburgo, son una parte menor de la imagen que España tiene en la actualidad en la comunidad internacional y que es la imagen de un país poco fiable y en donde han vuelto a emerger todos los vicios que muchos entendían superados tras el final de la dictadura.

 

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