Cultura y costa en Tarragona

Análisis en profundidad de la marca Tarragona-Costa Daurada, un gran destino del turusmo en Cataluña

En el penúltimo capítulo del viaje por los destinos turísticos de Cataluña abordamos hoy la marca Tarragona-Costa Daurada. Nos encontramos ante el otro gran destino de costa catalana, nacida con posterioridad a la Costa Brava. Éste hecho y la misma configuración de la costa, más abierta con largas playas, condujeron al turismo hacia una dirección de masas que tenía y tiene el riesgo de obsolescencia si no se garantizan reinversiones, y si no se hubiera hecho la opción especializarse muchos municipios en turismo familiar, náutico etc. El empujón definitivo vino de la creación de Port Aventura que ha resultado ser el parque temático más rentable de Europa. En su momento, el papel de La Caixa –se tiene que decir en honor a la verdad– fue determinante en que el proyecto saliera adelante. Las crisis periódicas que sufren los competidores principales de Catalunya en el Mediterráneo: Turquía, Egipto y Túnez, hacen que los flujos de turismo de playa de marca blanca continúen volviendo. Pero como decía un representante de los hoteleros, vivir de las desgracias de los demás no es una buena estrategia.

Por ello, hay que continuar siendo exigentes en la mejora de la especialización del destino. Y ahora mismo, hay que garantizar que el proyecto Barcelona World tendrá el máximo de personalidad temática y no será una réplica pobre de Las Vegas. Pero sobre todo, hay que potenciar mucho más la apuesta por el turismo cultural y enogastronómico. Tenemos casos de éxito demostrados. Reus supo utilizar un patrimonio inmaterial como el hecho de que Gaudí había nacido, para crear el Espacio Gaudí que explica el contexto del personaje y su creatividad, algo que todavía ningún lugar público en Barcelona lo ofrece. Informaciones del comercio local reusense confirman el espectacular incremento de ventas a turistas. En esta última etapa, rusos.

La ciudad de Tarragona, por ejemplo, había hecho siempre la guerra por su parte, de espaldas al resto del destino Costa Daurada. Recuerdo como fue el último destino en aceptar integrarse bajo el mismo paraguas en el stand de Turismo de Catalunya hace seis años. Tarragona ha encarrilado bien su principal triunfo. El pasado romano con la progresiva valorización de los restos romanos y con una iniciativa popular que da calidad a la ciudad: Tarraco Viva, fiesta de recreación histórica hecha desde el rigor. Pero queda mucho por hacer. Tarragona no tiene ningún centro de interpretación o museo moderno que con los nuevos sistemas virtuales explique de forma didáctica, no sólo la vida de los ciudadanos, muy similar a la de cualquier metrópolis romana, sino con nombres y apellidos a los protagonistas de la historia de Tarraco, capital de la Hispania ibérica, es decir, la del Ebro (diferente de la tartésica y de la celta. Los romanos lo tenían claro).

En este sentido, es una buena noticia que la sugerencia realizada en su día a Abertis de situar en el espacio del Mèdol un centro de interpretación de la cantera y de la ingeniería y arquitectura de Tarraco, tire finalmente adelante.

Pero no nos pensáramos que el atractivo cultural de este destino se agota en Reus y Tarragona. Falta que las agencias y hoteleros de la costa exploren experiencias auténticas tierra adentro del Camp de Tarragona, del Priorat o de la Conca de Barberà. Como tantas otras veces, el patrimonio histórico material o inmaterial nos da pistas de las potencialidades. Desde el mundo ibérico presente en Calafell, con el mejor espacio de recreación en Catalunya de la vida ibérica, con una concepción europea y moderna del que debe ser un espacio arqueológico vivo y reconstruido con rigor. Pasando por los restos romanos en el entorno de Tarragona: Constantino, Altafulla etc, mal gestionados porque todavía predomina una visión más cercana al conservacionismo museístico público, que una gestión cultural público-privada. La Catalunya nueva y la presencia árabe con puntos emblemáticos poco aprovechados como Siurana, último reducto. O bien la línea de castillos de frontera como los del Gaià, donde se hizo una importante intervención siendo delegado de turismo Àngel Xifré. La baja medievalidad tiene en la ruta del Cister un clásico, pero hay que revisar su concepto. La marca misma no es singular (el Cister es francés), la inclusión de todos los municipios de tres comarcas (Alt Camp, Conca y Urgell) despista y no permite focalizar las etapas claves de una auténtica ruta. Existe la falta de tematización en torno al elemento más distintivo: el hecho de que en Poblet, Santes Creus y Vallbona de les Monges estén enterrados los principales representantes de la monarquía catalana no está bien explotado museísticamente.

Dos detalles: la mediática búsqueda de la tumba de Jaume II si no se expone de forma permanente en Santes Creus, no se habrá sacado el retorno social y económico. Habremos hecho investigación básica, pero no habremos hecho la aplicada ni su divulgación, que es la que permite aumentar el valor turístico y por tanto el aumento de visitantes. En Vallbona, son los turistas húngaros los que sin ningún tipo de promoción van por su cuenta a contemplar el sepulcro de Violante de Hungría. A pesar de estas carencias, es evidente que los tres recintos, y en especial Poblet, tienen un enorme atractivo. Éste último por su vida monástica viva y singular, orientada a devolver con tecnologías modernas y alternativas a la sostenibilidad y la autosuficiencia del recinto. El municipio de Montblanc lo tiene muy bien enfocado con la progresiva recuperación de las murallas, la valorización en el guiado de las diversas cortes que se celebraron y las fiestas de San Jorge. Y otra buena noticia es la rehabilitación de Scala Dei, una joya.

En general, el período moderno está mal aprovechado, pese a haber grandes posibilidades tanto para los restos físicos como los episodios que mancharon estas comarcas en la Guerra de los Segadores, la de Sucesión o la Guerra del francés. E incluso las guerras entre carlistas y liberales. Aquí por ejemplo, Reus debe un centro potente a la figura de Prim con sus claroscuros. Sin el ambiente liberal, progresista y federal de la segunda parte del XIX, tampoco entendería Gaudí.

Y finalmente, el arte y la literatura, que dan potenciales a villas como la del Vendrell con sendos espacios dedicados a Guimerà y Pau Casals. Éste último especialmente exitoso. En Valls, en cambio, no hay nada sobre Narcís Oller, el autor de la novela moderna catalana que permitiría a la Villa ser una etapa de los espacios literarios de Catalunya. Y ahora mismo, la alcaldía de Mont-Roig del Camp se está moviendo para hacer del lugar de residencia de Miró e inspiración de su pintura, un lugar de peregrinaje como lo son el museo Picasso de Horta de Sant Joan o la Casa de Portlligat por Dalí.

A estas alturas del artículo debemos mencionar una potente realidad enogastronómica y de turismo rural y bodegas en el Priorat donde un turismo especializado, de lujo y global es escogido por hacer catas, senderismo y reposo a lo largo de todo el año. Realidad fácilmente reproducible en la DO Montsant y que, poco a poco, deberían hacer suya las DO Conca de Barberà y Tarragona.

Adenda:

Esta semana, la rueda de prensa de las autoridades de la Comunidad Autónoma de Madrid enorgulleciéndose de la captación de empresas catalanas muestra dos cosas. La primera, que tiene y ha tenido sistemáticamente una actitud beligerante con el tejido económico catalán para deslocalizar, utilizando todos los medios hacia su casa. Lo ha hecho de forma ostentosa y pija, como esta vez, o de forma oculta como me consta en diversas acciones de las que fui conocedor en mi etapa de conseller. La segunda es que si los argumentos contra la independencia son que se van las empresas, por una parte crean más independentistas en Catalunya. Y por el otro son ridículos, ya que por la misma regla de tres, Baleares y Valencia, de las que Madrid ha captado muchas más empresas, estarían ya a un paso de la independencia.

La respuesta de la Cámara de Barcelona y su jefe de estudios ha contraprogramado a Madrid haciendo pública la cifra récord de empreses exportadoras catalanas: 46.000. Y la contínua caída en picado de las ventas en España. Del 2006 al 2012, las exportaciones han crecido un 15% pese al descenso de los tres primeros años. En cambio las ventas en España se desploman un 20%. Sin comentarios.

a.
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