El AVE inexistente

“Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”, esta frase se utiliza para demostrar cosas absurdas. Y si alguna cosa hoy abunda en el inexistente AVE/TGV entre Barcelona y París es el absurdo. Un tren de alta velocidad se mide y se calibra conforme a sus prestaciones, y un tren cuya velocidad media en el trayecto es de 150-160 km/h está muy lejos del mínimo exigido por los parámetros internacionales para ser definido como Alta Velocidad que debe superar los 250 km/h de media. Las crónicas afirman que el día de la inauguración el tren llegó a París con 10 minutos de retraso. El motivo fue la aparición en la vía de diferentes animales. Las vías de Alta Velocidad, como las autopistas, están valladas por motivos de seguridad.
     

 
El AVE Barcelona-París está muy lejos de lo parámetros internacionales para ser Alta Velocidad

 
Ni es una línea de Alta Velocidad ni lo será nunca. Otras lindezas aportadas durante los actos de este ridículo europeo fueron: “han desaparecido las fronteras”, “hemos entrado en Europa”, “se acabó el aislamiento ferroviario”. La mejor de todas fue la extrañeza de los enviados de la prensa española ante los aplausos de los franceses asistentes al acto cuando su ministro anunció que había dado órdenes para que “hoy mismo se inicien los estudios preliminares para poder encargar los proyectos de la transformación de la línea entre la frontera y Perpiñán”. Y no habló de Perpiñán hasta Lyon que tampoco es ni será de Alta Velocidad. Porque nunca han pensado los franceses hacer una inversión tan anti productiva como es construir un TGV París-Perpiñán.

La mejor de las lindezas ha sido la ecológica. “Un sistema de transporte ecológico: el AVE o TGV”. Pueden hacer ustedes el cálculo de la cantidad de energía que consume y la cantidad de territorio que destruye para que unas cuantas decenas de personas hagan dos veces al día el trayecto entre BCN y París.

Lo del AVE y Catalunya es la rauxa más importante que se ha producido en las últimas décadas. Tres actuaciones a cual más desafortunada. La primera, la incapacidad del Govern para decidir donde se ponía la estación de Tarragona. Y, para que no fuese ni a Tarragona ni a Reus, se pone en medio del campo. Cuando se lo explicas a un extranjero, los ojos le hacen chiribitas. La segunda, la excursión inventada en Catalunya para que el AVE Madrid-Barcelona pase por el aeropuerto. Un incremento importante del coste, un retraso de más de dos años en su inauguración y un incremento de 25 minutos por trayecto con la guinda de que la estación proyectada (no construida todavía) no está en el aeropuerto, sino en El Prat del Llobregat con lanzadera prevista a la T-1. Y la tercera, un AVE que ni lo es ni lo será.
     

 
La estación de AVE del aeropuerto de Barcelona no está proyectada cerca dentro del mismo

 
Y, por una vez y sin que sirva de precedente, de esto no tiene ninguna culpa Madrid, porque quería poner la estación en Tarragona que es donde correspondía; no quería hacer el desvío al aeropuerto que no sirve para nada; y nunca quiso hacer una línea de 160 kilómetros para conectar con una red que no es ni será de Alta Velocidad. Las alternativas eran sencillas: estación en Tarragona, acabar la línea 9 para tener la lanzadera entre la ciudad y el Aeropuerto, e invertir en la línea Barcelona-La Frontera, aprovechando la nueva rasa para una línea de mercancías con ancho europeo al borde con Francia. Eso sí que hubiese preocupado a los franceses y generado riqueza en Catalunya y en España.

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