El Mediterráneo en Barcelona

El Mediterráneo no tiene dos orillas, sino sólo una que lo circunscribe. No es una brecha entre dos mundos, sino una zona común de todos sus habitantes y visitantes. No sólo es historia, sino también presente y futuro. Así se vivió en Barcelona en la semana mediterránea de líderes económicos que volvió a escenificar el espíritu mediterráneo durante tres largos días en los que se han celebrado diez foros temáticos y más de 60 sesiones de trabajo.

La asistencia global superó las 1.300 personas, la mayoría eran empresarios, representantes de cámaras de comercios, patronales, autoridades políticas y organizaciones internacionales que acudían a la cita anual de una de las plataformas de mayor afluencia e influencia euro-mediterránea.

La Semana Mediterránea –organizada por ASCAME, la Asociación de Cámaras de Comercio e Industria del Mediterráneo y la Cámara de Comercio e Industria de Barcelona– cuenta con la colaboración de la Unión por el Mediterráneo, BEI y 20 organizaciones internacionales, regionales y sectoriales. 

La necesidad de cambio era el lema de esta edición. Las propuestas y conclusiones son muchas, pero había un dominador común: para avanzar, será necesario apostar por un nuevo marco de cooperación en un espacio común de carácter innovador que implicaría priorización, un conocimiento más profundo de los problemas de la región, orientado a constituir un eje básico de la evolución entre Europa y el Mediterráneo, en el proceso de creación de un Mediterráneo global y competitivo.

El Mediterráneo está experimentando un cambio radical. Los recientes acontecimientos políticos y económicos requieren una respuesta inminente y urgente a los problemas de empleo. Han destapado cómo la amplia desigualdad económica puede provocar una gran agitación social.

En todos los países de la región hay déficit de conocimiento y paro juvenil. Esto tiene profundas implicaciones para la seguridad y la prosperidad en el conjunto del Mediterráneo. La capacidad para adquirir y producir conocimiento es un factor fundamental de competitividad en la economía globalizada.

En 2015 se cumple el vigésimo aniversario de la declaración de Barcelona y el nacimiento de la Asociación Euro-Mediterránea para convertir el Mediterráneo en una zona de diálogo e intercambio. Fue un hito importante, pero los objetivos de 1995 no se han cumplido.

La UE dispone de tres instrumentos distintos para la cooperación con el Mediterráneo: el Proceso de Barcelona, nacido en 1995, la Política Europea de Vecindad y la Unión por el Mediterráneo, una organización intergubernamental de 43 países.

Estas iniciativas tienen el mismo objetivo: transformar el Mediterráneo en una zona de paz, de democracia, de cooperación y prosperidad. Cada uno de estos planes es, sin embargo, estructuralmente diferente. Estos marcos, a veces, parecen contradictorios y crean confusión. Por ello, urge coordinarlos o fusionarlos en uno solo capaz de liderar la cooperación entre la UE y sus socios mediterráneos.

Se reafirmó la integración económica del Magreb como la mejor vía para subsanar la ausencia de esta región entre los grandes bloques económicos del mundo. Se calcula que los costes de la no integración son 8.000 millones de euros anuales. En cambio, los beneficios de una mayor integración se cifran en un crecimiento del 30% del PIB durante un periodo de 10 años. Además de favorecer a Europa, las necesidades del Magreb se convierten en oportunidades para países como España o Italia.

En el ámbito de la inteligencia económica, existen los factores para que el Mediterráneo recupere la condición de potencia económica y la competitividad de la región, señalándose como imprescindible el desarrollo de una estrategia de inteligencia económica propia del Mediterráneo.

En el ámbito de las zonas francas y económicas especiales se impulsará un plan de acción para incrementar la absorción de inversión extranjera y crear un entorno jurídico y fiscal en la región.

En el ámbito del turismo –la primera industria del Mediterráneo– se acordó promover la creación de una Agencia Mediterránea de Turismo como instrumento para reunir a los actores públicos y privados para promover la región en el mundo y una herramienta imprescindible para el eficaz desarrollo de una marca específica mediterránea. Esta iniciativa permitiría consolidar el liderazgo turístico en el mundo y ofrecería una mejor rentabilidad de la inversión prevista en el sector en los próximos años que podría superar el billón de dólares.

También se ha priorizado en esta edición la situación de los jóvenes licenciados, de los cuales el 50% están en paro. Tuvieron su debate, en el que se reunieron profesionales del mundo empresarial, gubernamental, financiero, académico, asociaciones de emprendedores y organismos multilaterales.

El espíritu emprendedor y la innovación deben convertirse en una prioridad en todo el mundo mediterráneo, con los empresarios en el centro del escenario y como nuevos catalizadores de una nueva era económica y social.

Será imprescindible una nueva visión que formalice la gran ambición mediterránea para convertirse en una economía del conocimiento entre los líderes del mundo. El alto porcentaje de licenciados en paro, sin embargo, impide avanzar

Para paliar este déficit se deben promover la elaboración de iniciativas y programas específicos para los licenciados universitarios como el Erasmus de prácticas en empresas de la región o la oportunidad de emprender. Para ello, deben contar con el apoyo de las universidades, de algunas líneas de apoyo financiero y de asistencia técnica.

La segunda edición del fórum de finanzas islámicas ha solicitado a los gobiernos de la región que introduzcan cambios y marcos legales para acoger a este sector financiero en auge. Estas finanzas representan hoy el 4% de las finanzas mundiales, con un crecimiento anual del 20%. Los países mediterráneos tienen una oportunidad en un momento de crisis y de falta de liquidez, de facilitar la entrada de estos flujos financieros, valorados en 2014 en dos billones de euros.

En cuanto a las iniciativas por desarrollar en el ámbito de la economía verde, se concluyó que para captar los flujos previstos de inversión, a nivel mundial unos 100.000 millones de dólares hasta el año 2030, se deben sensibilizar los empresarios y los gobiernos y organismos internacionales deben adoptar medidas para apoyar el concepto de industrias verdes, con el objetivo de mejorar el desarrollo industrial y aumentar la competitividad, así como la necesidad de asignar presupuestos para la implementación de programas.

La necesidad de cambio implica la puesta en marcha de un ambicioso programa que apoye la creación de un espacio económico mediterráneo. No es una ilusión, sino una necesidad. Los retos exigen la suma de compromisos. Es una oportunidad histórica. Europa tiene que implicarse, ya que su futuro está estrechamente relacionado con la capacidad de desarrollo económico y social de la otra orilla.

a.
Ahora en portada