El turismo: un dolor de cabeza

Solamente los más reticentes están poniendo pegas al reconocimiento del turismo como eje básico de nuestra economía. Algunos son merecedores de premio en su encono por negar la evidencia. “El turismo es una plaga”, “el turismo es denigrante para el medio natural y para el medio animal (contamina con el roce en lugar de crear cariño)” y otras lindezas se escuchan aún con demasiada frecuencia en reuniones economías y empresariales.

Pero este empeño negativo tiene su contrapartida en el extremo contario: “el turismo es la panacea y hay que sacar pecho para demostrar lo buenos que somos”. Ni lo uno ni lo otro. Tenía razón Tomas de Aquino cuando afirmaba: “in medio stat virtus”.

Y, de manera casi silenciosa, y sin deseos de oponer a Francisco de Asís con Domingo de Guzmán, se llega a la conclusión de que gracias al turismo extranjero, nuestra balanza de pagos nos da alguna alegría y que los discursos positivos sirven para apuntalar que tenemos alguna esperanza de futuro. Y en ese discurso compiten algunos territorios, Catalunya en concreto, con el conjunto de las Españas.

El dolor de cabeza se produce a la hora de explicarlo. Porque el turismo extranjero continúa dando magníficos resultados y, por lo tanto, alegrías. Y el turismo español disgustos y algún atisbo de esperanza. El incremento de turistas extranjeros este año va a ser muy bueno. En el caso del mercado español se ha detectado un aumento de turistas hacia el extranjero, cosa que no se había producido desde el 2009 cuando tuvimos una caída de más del 20%.

Lo malo de las esperanzas del turismo español es que no aporta nada a nuestra riqueza interior, sino que la disminuye. Me explico: no aumenta el turismo interior sino que modera su caída y se incrementa sólo en el gasto en el extranjero. No aporta, por lo tanto, nada a nuestra riqueza sino que la reduce, aunque en menor escala que en los tres años anteriores. Las caídas del 30% en cuanto a consumo interior se reducen a caídas del 7% cuando la previsión para este año eran del 10%.

Y los atisbos de esperanza son que se incrementa el turismo español hacia el exterior, fundamentalmente Europa. ¿Eso es bueno? Sí, en cuanto que demuestra que el músculo interior permite recuperar, aunque sea de manera ínfima, los viajes de hacia el extranjero ya sea por negocio o por ocio. No es bueno ya que incide negativamente en nuestra balanza de pagos al aumentar nuestro gasto exterior y, por tanto, mermar el balance neto de nuestros ingresos.

En general, no es un síntoma de nuestra recuperación económica, dada la situación del mercado laboral. Es un síntoma de que la brecha social se agranda: los ricos cada son más ricos y han recuperado confianza para gastar en el exterior, pero los pobres son cada vez más pobres y continúan sin tener capacidad de gasto ni siquiera en el interior.

Este es el dolor de cabeza y quiere decir que el modelo en el que estamos basando nuestra recuperación económica y nuestras esperanzas de futuro no es un modelo social, sino antisocial. Es el esquema más puro de capitalismo salvaje: sálvese quien pueda y el que no, que se hunda.

Así no se construye un país, así se destroza la convivencia.

a.
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