Peligro de colapso del espacio aéreo europeo

La pasada semana una comisión independiente nombrada por el gobierno Cameron –la Comisión Davies- propuso al gobierno británico la ampliación de Heathrow, aeropuerto en el que Ferrovial cuenta con un 25% del capital, con una  tercera pista que exigiría una inversión de 26.640 millones de euros. El partido conservador británico anda revuelto y son varios los parlamentarios tories del área de influencia del aeródromo los que han amenazado con abandonar sus escaños si se lleva a cabo dicho aumento de capacidad. 

Aunque el propio Cameron hizo campaña en contra de la ampliación de Heathrow al subir al poder en 2010, la situación límite de los aeropuertos de Londres le hizo nombrar esta comisión. Se calcula que la reforma permitiría aumentar en más de un 50% el número de vuelos anuales hasta los 740.000.

La fuerte oposición a la medida por parte del partido conservador británico vuelve a poner sobre la mesa de debate la saturación del espacio aéreo europeo en general y el británico en particular. Con cerca de 30.000 vuelos diarios y una viabilidad que no termina de verse clara pese a las lentas modificaciones del reglamento de la Comisión Europea, comúnmente conocida como SES II (Single European Sky).

Los escasos progresos hechos por las distintas administraciones nacionales en el proyecto Cielo Único se traduce en que no se han logrado reducir los más de 60 centros de control del tráfico aéreo que existen en la Unión Europea. Una situación que contrasta con la de EEUU, con el doble de movimientos, donde se gestiona con la mitad de inversión y con apenas una veintena de centros de control para cubrir una zona de 10,5 millones de kilómetros cuadrados.

Los expertos consideran que el tráfico aéreo en Europa para las próximas dos décadas doblará el número actual de vuelos. Ello puede provocar el caos en el espacio continental, con la posibilidad de que se tengan que quedar en tierra hasta dos millones de aviones.

La aparición en el horizonte de un intenso tráfico aéreo procedente de China ha empezado a generar todo tipo de alarmas entre los observadores, que ven difícil que el espacio aéreo pueda absorber ese incremento sin generar fortísimas complicaciones de todo tipo. Los riesgos son medioambientales, económicos, de hábitat humano y de seguridad.

La situación está llegando a tal extremo que ha llevado a algunos observadores a dirigir su mirada hacia España como futuro hub de Europa, al ser el país con menos concentración de tráfico aéreo. Madrid podría convertirse en un posible distribuidor de grandes tráficos procedentes de Asia.

 

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