La historia de cómo el zorro acabó con las águilas de Mexicana

La cuarta aerolínea más antigua del mundo permanece en tierra tras una privatización liderada por el ex presidente Vicente Fox regada con tintes de corrupción

Hubo una época en el que águilas metálicas volaban desde los cielos de México hacia el resto del planeta. Mexicana de Aviación, la cuarta aerolínea más antigua del mundo, se erigía como el orgullo de todo un país hasta que un viejo zorro decidió acabar con ella, como si de una fábula se tratase. La moraleja: el político se salió con la suya y la compañía aérea acabó en quiebra.

La historia comienza en los albores del nuevo milenio con la llegada a la presidencia de Vicente Fox. En 2005, y ya con un lustro al frente del Gobierno, el dirigente se decide a privatizar la operadora. El agraciado: Gastón Azcárraga, miembro de la sociedad Amigos de Fox, una asociación civil creada con el único objetivo de elevar al político a lo más alto del estado, y con lazos familiares con los propietarios del grupo de medios de comunicación Televisa.

Si la firma estaba valorada en más de 500 millones de dólares, la operación se cerró en apenas 165. Detrás, otra vez la sombra de los Amigos de Fox, está vez oculta bajo dos aerolíneas incipientes: Interjet y Volaris, lideradas por otros dos socios de la agrupación empresarial.

¿Negocio redondo?

Pareció un negocio redondo. Sólo un año después, la compañía se unía a la alianza oneWorld y presentaba un plan para adquirir 40 nuevas aeronaves. La aerolínea volaba alto y apuntaba todavía más arriba. El crédito fluía y, pese a la crisis económica, el prestigio acumulado durante tantos años hacía que los bancos no titubearan al prestar cientos de millones de dólares.

No obstante, Azcárraga tenía otros planes. Mientras el dinero brotaba de las entidades financieras, las cuentas que regaba eran las del Grupo Posadas, la cadena hotelera familiar, que en la actualidad suma casi 150 establecimientos. Las reformas y las aperturas de nuevos alojamientos se sucedían hasta que el desvío de fondos terminó por explotar y en 2010 Mexicana de Aviación declaró el concurso de acreedores. Las deudas con Banorte y Bancomext superaban los 120 millones de dólares.

Acuciado por la presión mediática y con la justicia tras él, Azcárraga se fugó a Estados Unidos. Con más de 20 demandas de los trabajadores sobre la mesa y hasta perseguido por la Interpol, el empresario ni se inmutó: Nueva York fue su destino y un lujoso apartamento cercano a Central Park es su refugio hasta el día de hoy pese a las incontables cartas que se aglutinan en la Embajada estadounidense de Ciudad de México.

Mexicana se despieza

Además, el Gobierno frenó en seco los despegues y aterrizajes de la compañía. Se tornaba inviable retornar el déficit a base de la venta de billetes. La aerolínea empezó a desmembrarse de subasta en subasta. Pujas en las que no eran públicas las ofertas realizadas ni los métodos de selección. La última, la venta de nueve Airbus A320 a la arrendadora Jetran por una cifra cercana a los 10,5 millones de dólares, este mismo febrero.

En cambio, la división de mantenimiento fue escindida del concurso y adjudicada directamente a los bancos. Siempre en el podio a nivel mundial, los viejos talleres de Mexicana siguen recibiendo aviones de todo el globo para ser reparados.

La plantilla se organiza

No celebran la misma suerte los 6.500 empleados de la aerolínea. Siete años después del fin de las operaciones, los trabajadores todavía no han cobrado un peso y ya son muchos los que se han recolocado en, precisamente, Volaris e Interjet. Sólo esta semana, un juez ha autorizado el pago de algo más de 7 millones de dólares a la plantilla. Una cifra nimia frente a la deuda total, que supera los 53 millones.

Los antiguos mecánicos, tripulantes y pilotos tampoco se han quedado de brazos cruzados y se resisten a abandonar el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México. En desuso, la antigua zona de mostradores de la compañía se ha convertido en un auténtico bazar dirigido por el personal con artículos de segunda mano, así como un bar que compite de tú a tú con las grandes cadenas internacionales de la Terminal 1.

A la reivindicación se le une una batalla contra el administrador concursal, Gerardo Badín. Con un salario que supera los 300.000 dólares anuales, denuncian, aprovecha su cargo para alquilar los viejos hangares y aparcamientos de Mexicana a otras aerolíneas, pilotos y tripulantes. Un sobresueldo nada despreciable, aseguran.

Los Amigos de Fox sonríen

¿Queda esperanza para el retorno de las águilas? Poca, o ninguna. Los inversores interesados han sido disuadidos, Interjet y Volaris han ocupado la telaraña de vuelos internos y Aeroméxico las conexiones internacionales. Mientras, las promesas de campaña se quedan en palabrería vacía una vez se alcanza el deseado cargo. El más claro ejemplo, el del actual presidente, Enrique Peña Nieto, que se esfumó de la causa una vez sentado en el sillón de mando.

Pero el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, aunque esté acostumbrado a volar. Pese al continuo desengaño, los trabajadores depositan ahora la esperanza en Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática, candidato en las elecciones generales de 2018 y que se ha manifestado a favor de la causa en varias ocasiones.

Mucho tendría que virar el rumbo para que el viejo zorro no se saliera con su pla, y las águilas que ilustraban la librea de Mexicana permanezcan en tierra para. A los amigos de Fox la jugada tampoco les ha salido mal: Azcárraga disfruta del sol en Central Park, Interjet ha disparado su flota desde los 7 a 68 aviones en 12 años y Volaris ya dispone de 65 aviones sólo una década después de su nacimiento.

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