Empieza la guerra del largo radio low cost: primera batalla, El Prat

IAG presenta Level en Barcelona para competir con Norwegian pero ya con la vista puesta en París, donde Air France también trabaja en una filial de bajo coste

Bajo una look más típico de una empresa farmacéutica o una compañía de grifería que de una aerolínea, International Airlines Group (IAG) presentó al fin este viernes la marca con la que operará vuelos de largo radio y bajo coste desde Barcelona. Level ofrecerá billetes desde 99 euros por trayecto a Los Ángeles y San Francisco y desde 149 a Buenos Aires y Punta Cana. Un gancho al mentón de Norwegian, que en septiembre se desmarcó con un abanico de rutas a Estados Unidos con precios que prácticamente duplican los de la flamante operadora.

No sabemos si inspirados en la nómada comunidad romaní, pues el logotipo es prácticamente idéntico a la bandera gitana, IAG —la matriz de British Airways, Iberia, Vueling y Aer Lingus— quiere captar al público más joven y trasladarlo a “the next level” de la aviación. En un estrecho salón de un hostal barcelonés, Willie Walsh, consejero delegado del holding; Luis Gallego, consejero delegado de Iberia; y Javier Sánchez-Prieto, consejero delegado de Vueling, aparecieron ataviados con un llamativo polo con tal de casarse con la imagen de la nueva sociedad.

Para el trío, El Prat es sólo el primer paso. ¿Qué ha cambiado en sólo tres años, cuando el propio Walsh descartó hacer vuelos intercontinentales desde la capital mediterránea? “La red de vuelos por Europa que Vueling es ahora mucho más potente y la configuración los dos Airbus A330-200 destinados al proyecto eleva la eficiencia”, responde. 314 butacas frente a las 288 que llenan tradicionalmente las naves de Iberia.

Pese a ello, Level exprimirá los recursos del grupo, reconoce el ejecutivo irlandés a Cerodosbé. Si bien no queda claro cuando el proyecto alcanzará la rentabilidad, “las rutas de largo radio acostumbran a necesitar un periodo de dos años para empezar a obtener beneficios”, añade.

Así, IAG pondrá 175.000 asientos en el mercado desde BCN. Un volumen similar al de Norwegian con un servicio a bordo parecido: entretenimiento gratuito pero facturación de equipaje, comida, almohadas y mantas de pago. Las diferencias: el precio y la conectividad. “Además de la red de Vueling, nuestros pasajeros podrán beneficiarse de la telaraña de conexiones de nuestro socio American Airlines”, compara Luis Gallego, pues la compañía nórdica no pertenece a ninguna alianza aérea.

Dos tripulantes de cabina con --en el centro y de izquierda a derecha-- Luis Gallego, consejero delegado de Iberia; Willie Walsh, consejero delegado de IAG; y Javier Sánchez-Prieto, consejero delegado de Vueling.

Tras un año en el laboratorio, Level pasará de simple marca a aerolínea propia, aunque desde Iberia aspiran a mantener parte de la operativa. En 2018, IAG prevé haber extendido las colas verdiazules a otros aeropuertos y una capital sobresale en el horizonte sobre el resto: París.

El propio nombre de la compañía ya da pistas que la próxima parada será sobre la Torre Eiffel. “Teníamos varias propuestas sobre la mesa, pero Level es la que mejor resultados ha dado en los estudios que hemos realizado en Estados Unidos, España y Francia”, justifica Walsh a Cerodosbé. No en el Reino Unido, donde Norwegian ha dado una vuelta de tuerca al bajo coste con vuelos desde 69 euros a Nueva York, Boston y Connecticut.

Level también podrá nutrirse de la apuesta de Vueling por la Ciudad de la Luz. A lo largo de esta temporada invernal, Francia se ha convertido en el segundo mercado de la operadora catalana, con dos millones de asientos en el aire. De estos, 1,5 repartidos entre los aeropuertos parisinos de Orly y Charles de Gaulle.

En territorio galo, la batalla será con el grupo Air France-KLM, que también trabaja en su propia low cost de largo radio: Boost. Por el momento ya ha logrado el “sí, quiero” de los pilotos, pues en febrero aprobaron en asamblea sumarse al nuevo fenómeno de la aviación europea.

Un efecto en cadena provocado por Norwegian al que han respondido las grandes compañías del Viejo Continente y ante el que, de momento, las firmas estadounidenses permanecen inmóviles. No obstante, ni la firma nórdica puede tirar cohetes: pese a cuadruplicar beneficios en 2016, los analistas respondieron alarmados ante un incremento del 2% de los costes.

Y la situación no tiene visos de mejorar, pues el gasto será superior en 2017. “Hemos orientado al alza nuestros costes porque tenemos que considerar nuestro crecimiento”, explicó hace un mes Bjorn Kjos, consejero delegado la aerolínea. “En 2017 reclutaremos a 2.000 personas, y los que vayan a bordo de un Dreamliner deberán ser entrenados por nosotros mismos”, justificó.

Con la obsesión de ahorrar hasta en el peso de las cortinas de a bordo, los próximos 12 meses serán más complicados que los precedentes para las firmas de bajo coste. “La industria afronta unas condiciones más difíciles debido a la subida del precio del petróleo”, advirtió el consejero delegado de la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA), Alexandre de Juniac, en diciembre.

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