British Airways ‘condena’ a España a la aviación ‘low cost’

Willie Walsh impone la salida de Antonio Vázquez de la presidencia de Iberia y asciende a Luis Gallego, un directivo curtido en el bajo coste y que tendrá todo el poder en la compañía de Barajas. IAG traza sobre el mapa dos modelos de negocio con tres marcas bajo el férreo control de Londres. El bajo coste se destapa sin tapujos en Madrid y se fortalece en Barcelona; el valor añadido se reserva para el mercado anglosajón.

El consejero delegado de International Airlines Group (IAG), Willie Walsh, ha sustanciado el plan para dividir el mapamundi en dos paralelos: el negocio business –o de valor añadido–, con base en Londres y destino a Estados Unidos y Asia, y el low cost con base en Madrid y Barcelona. Ambas enlazan con América del Sur, Europa del Este y África. La última ficha de la estrategia, tras comprar Vueling por menos del precio de catálogo de uno de sus aviones, ya está colocada en la posición deseada: Luis Gallego sustituirá a Antonio Vázquez como presidente ejecutivo de Iberia.
      

 
A diferencia de su antecesor, Gallego tendrá mando en plaza para administrar Iberia

 
El nuevo responsable de la compañía de Barajas es un hombre curtido en el bajo coste. En nombre de Iberia edificó Clickair –impulsada junto a ilustres empresarios catalanes, como la familia Carulla (Agrolimen)– para revertir las pérdidas que se generaban en Barcelona. Disparó la eficiencia de Vueling tras la fusión de ambas firmas. La convirtió en una de las líneas aéreas más puntuales de Europa. A diferencia de su antecesor, Gallego tendrá mando en plaza para administrar Iberia.

Reportará directamente con Londres y será el brazo ejecutor de las decisiones tomadas desde Heathrow –sede de IAG–. Desempeñará el mismo rol que Alex Cruz en Vueling y que Keith Williams en British Airways. Vázquez ejercía funciones institucionales, de modo que el nuevo organigrama de Iberia se amolda al resto de su grupo. Probablemente, según la industria, Gallego esquivará el nombramiento de un segundo de a bordo. De hecho, Williams ya ha optado por esta estrategia. Será presidente y primer ejecutivo de la británica.

Las políticas comerciales de las dos franquicias principales del grupo –British Airways e Iberia– hace meses que discurren por derroteros diferentes. Mientras la aerolínea inglesa ha remodelado completamente sus servicios y está orientada al tráfico de negocios; Iberia tiende a mimetizarse con el bajo coste.

Las tarifas aprobadas en septiembre son un calco de la estrategia de Vueling. Vende servicios básicos y cobra por cada opción adicional –como la facturación de maletas– excepto en la ruta Madrid-Londres, operada por la socia inglesa. La propia Iberia defiende que ha reducido un 20% la tarifa media del servicio Madrid-Barcelona-Madrid. Destaca que los billetes tradicionales siguen a la venta en las mismas condiciones.
      

 
Iberia precisa suturar la hemorragia de clientes; British seduce al pasajero de negocios y de clase media

 
Fuentes internacionales del grupo aeronáutico recuerdan el momento económico diferenciado de ambos mercados y la necesidad de responder a dos situaciones distintas. Iberia precisa suturar la hemorragia de clientes y apuesta por vender billetes a menor precio. La presión de unas pérdidas monumentales –12 trimestres consecutivos en números rojos– amenaza, aún hoy, la continuidad de la enseña española.

Por el contrario, British Airways, que gana dinero, seduce al pasajero de negocios y de clase media con sus nuevos aviones A380 y B787. IAG compró sus primeros ocho aviones para destinarlos a Iberia, pero no garantiza nada más. A la hora de la verdad, el megacontrato adjudicado a Airbus de 220 aeronaves la discrimina. El propio Gallego se defiende. “Pertenecer a IAG nos permite mantener opciones sobre 44 aparatos”, dijo en un acto público.

La reconversión de IAG no elimina Iberia, pero minimiza el tráfico entre España y el resto de Europa. Reserva el protagonismo a Vueling, la compañía presidida por Cruz, que desplazó a un peso pesado de la empresa española. Josep Piqué, ex ministro de Industria, de Exteriores y ejecutivo de amplia experiencia empresarial, abandonó la presidencia de la noche a la mañana. El cese de Vázquez recuerda a la salida de Piqué. El también presidente del Círculo de Economía de Barcelona manifestó abiertamente su deseo de continuar como presidente de Vueling tras la opa de IAG. Walsh hizo oídos sordos y optó por Cruz, otro especialista del low cost.

Gallego en este escenario juega con ventaja. Sus primeros meses han permitido que, parafraseando a la ex vicepresidenta económica Elena Salgado (PSOE), los brotes verdes vean la luz en la compañía de bandera española. Las pérdidas se han reducido de 93 millones de euros el año pasado a 35 millones de euro en el primer semestre. Walsh anunciaba antes de tomar el té con el consejero delegado de Ryanair y amigo, Michale O’Leary, el regreso de los beneficios.

El nuevo logotipo de Iberia y el cambio en la presidencia dibujan la renuncia a una etapa convulsa, que ha durado 20 años, en la que no han faltado amagos de quiebra (1994), cierres patronales (1996) y privatizaciones (2001). Ha resistido todos los envites. Pero todavía está por discernir si Iberia será capaz de mantener su ADN como compañía vanguardista y embajadora de España.

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