La calculada campaña de marketing del gran rival de Uber

Lyft, que disputa cada cliente a Uber en Estados Unidos, incrementa sus esfuerzos para mostrar una imagen de amabilidad, frente a las polémicas de su rival

Uber está en problemas. La tecnológica que ha sacudido el mundo del transporte vive desde hace semanas un carrusel de polémicas y crisis. La última lleva el sello de uno de sus programas estrella: este fin de semana un coche sin conductor de la compañía sufrió un accidente en Arizona, el estado al que se trasladaron desde Sillicon Valley en diciembre al carecer de los pertinentes permisos en California. Uber ya ha anunciado que suspende temporalmente las pruebas con tráfico real dentro de este programa, punta de lanza de la batalla que le enfrenta a Google también en los juzgados— por el coche autónomo.

Lyft, la compañía que le disputa cada cliente en suelo estadounidense –no así en el resto del mundo, donde Uber cuenta con rivales diversos, como la española Cabify–, también trabaja, aunque sin tanto ruido, en este segmento del negocio. Esta joven tecnológica fundada en 2012 (tres años después de Uber) apostó desde un principio por una imagen más desenfadada y alegre que la de su rival. En las últimas semanas Lyft ha añadido a esta estrategia una calculada campaña de marketing, tratando de aprovecharse de las principales debilidades de Uber, siempre relacionadas con su deteriorada imagen.

Una de las primeras astillas que afectaron en este aciago 2017 a la marca Uber tuvo que ver con la proximidad mostrada por Travis Kalanick, consejero delegado de la empresa, hacia Donald Trump. El primer directivo de Uber tuvo que acabar saltando del grupo asesor de empresarios que creó Trump al poco de su llegada. Sobre la compañía californiana sobrevolaba la amenaza del boicot tras el veto migratorio impulsado por el presidente electo.

Ante esta situación, Lyft se apresuró a coger la bandera de la diversidad, siguiendo la estela de otras tecnológicas muy críticas con la nueva administración estadounidense. Más allá de las críticas públicas, Lyft se comprometió a donar un millón de dólares durante los próximos cuatro años a la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), una de las organizaciones sin ánimo de lucro más beligerantes contra Trump y sus políticas.  

Este domingo la compañía ha dado otro paso en la misma dirección. A través de un comunicado la firma con sede en San Francisco anunció un nuevo programa a través del que sus usuarios podrán redondear hacia arriba las tarifas pagadas en cada carrera y donar la diferencia a diversas causas solidarias. Este sistema, que empezará a funcionar “en pocas semanas”, ha sido bautizado como Round Up & Donate, y sigue la estela de otros similares como Amazon Smile, que permite donar el 0,5% de cada compra realizada en el portal de comercio electrónico. La compañía no ha especificado por ahora bajo qué condiciones dará este donativo ni qué organizaciones podrán beneficiarse del mismo.

General Motors entró en el accionariado de Lyft en 2016 con una millonaria inyección de dinero

Lyft, fundada por Logan Green y John Zimmer, circunscribe por el momento su actividad a los Estados Unidos. Un mercado en el que sin embargo ya es capaz de mirar de tú a tú a Uber. Según las cifras facilitadas por la compañía en enero pasado, durante 2016 Lyft triplicó el número de viajes gestionados (160 millones) respecto al año anterior (53 millones) en las 300 ciudades en las que opera. En la segunda mitad del año, la actividad de la tecnológica –que no facilita datos de facturación– creció un 34,5% en EEUU, frente al 25,8% de su gran rival.

En enero de 2016 Lyft recibió una inyección de capital de 1.000 millones de dólares. Esta última inversión, liderada por el gigante del motor estadounidense General Motors, elevó la valoración de la compañía hasta los 5.500 millones de dólares, según publicó Fortune.

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