Diez reglas de oro para comportarse correctamente en un crucero

El comportamiento a bordo de un crucero revela la personalidad de los pasajeros. Aunque los consejos parezcan obvios, muchos viajeros no los respetan

Hay muchos códigos no escritos sobre la vida a bordo de un crucero. Estos tienen que ver con la cortesía y las reglas de comportamiento en un ambiente que se comparte con cientos, quizás miles de personas.

Desde la propina hasta la vestimenta, pasando por las reglas de convivencia o las costumbres con la comida y la bebida, hay que tener en cuenta algunas normas de conducta.

Estos son algunas reglas que se deberían seguir en un crucero.

1. No discutir en el camarote

Las paredes de los camarotes son más finas que las de la casa o un hotel. A más de un pasajero le sorprenderá la facilidad con la que se escuchan los sonidos del pasillo o de las habitaciones contiguas.

En cada crucero hay hasta 10 tipos de camarotes diferentes. Foto: Pxhere.

[Para leer más: Cuáles son los mejores (y peores) camarotes en un crucero]

Por ello, hay que evitar no solo las discusiones puertas adentro, sino también hablar en un tono de voz alto por la noche o poner el televisor a un volumen considerable.

2. El crucero no es el yate personal

Por más que uno haya pagado para estar cómodo y relajado, eso no autoriza a que se esté paseando por los pasillos en pijamas o ropa interior.

Queda muy mal visto que uno se pasee por los pasillos en pijama o ropa interior

Tampoco es de buen gusto estar exhibiendo el arsenal de joyas en ámbitos poco apropiados, como puede ser la piscina; o recorrer los ambientes del barco escuchando música desde el móvil.

3. No reservar tumbonas para todo el grupo

La guerra de las tumbonas, tan clásica de los hoteles ‘todo incluido’, también tiene su capítulo en las piscinas de los cruceros.

Viking Helgrim piscina. Foto Viking River Cruise.

La tripulación tolera que se pueda colocar una toalla o un artículo personal para reservar una mesa o unas sillas para un par de personas, y por no más de 20 o 30 minutos.

No es de buena educación estar reservando tumbonas para grupos grandes y por un largo período de tiempo

Pero la estrategia de lanzar toallas a diez tumbonas y no dar señales de vida por una hora es de mala educación. Por más grande que sea un crucero, no se puede ser el dueño del lugar.

4. Tener cuidado con la salud

Aunque un crucero tenga un tamaño equivalente a tres campos de fútbol, es un espacio relativamente reducido compartido por mucha gente.

[Para leer más: Las reglas no escritas sobre la propina en los cruceros]

En caso de que se tenga algún constipado, conjuntivitis o alguna enfermedad que pueda ser contagiosa hay que evitar los lugares comunes o con mucha concentración de personas; y recurrir al personal médico lo antes posible.

Ni hace falta aclarar que cuando se tose o estornuda hay que ser discreto y tener la boca tapada, y no se deben compartir toallas ni otros enseres personales.

5. Ser educado con los tripulantes

Los tripulantes tienen dos tareas principales: velar por la seguridad a bordo y procurar que los pasajeros tengan una experiencia inolvidable. Están al servicio de los viajeros, pero no son sus empleados, por ello nadie tiene por qué ser maleducado, ni se debe hablarles a los gritos o pretender que hagan tareas a las que no están autorizados.

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Si uno necesita una manta extra, o le gustaría que el cóctel lleve un poco más de ron, solo hay que pedirlo de buenas maneras.

6. Dejar propina cuando corresponde

Al contratar un crucero siempre hay que asesorarse sobre cuáles son las reglas respecto a la propina. En los que ya está incluida puede ser un tema menos en el que pensar; pero en los que no, queda muy mal visto no dar una pequeña contribución a los tripulantes encargados de la limpieza de los camarotes, del servicio de las comidas, los empleados del casino y los bartenders.

No hay una regla escrita de cuánto dejar de propina, pero un parámetro aceptado es entre 10 y 15 euros por persona y por día

No hay una regla escrita de cuánto dejar de propina, pero un parámetro aceptado es entre 10 y 15 euros por persona y por día. En ocasiones, como cuando se compra un cóctel, esta se puede sumar a la cuenta; pero por las dudas siempre conviene tener billetes de baja denominación a mano.

7. No beber en exceso

Por lo general en los cruceros no están incluidas las bebidas alcohólicas, pero sí se venden cupones que brindan importantes descuentos.

Como en un bar o una discoteca, se debe beber con moderación. El vaivén del barco, si hay marejada, puede perjudicar a las personas que no son demasiado tolerantes con la bebida.

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[Para leer más: Diez curiosidades de los cruceros que nadie te había contado]

Y hay pocas cosas más vergonzosas que protagonizando escenas originadas del exceso etílico.

8. No dejar que los niños corran por cualquier lado

En los cruceros hay zonas reservadas para niños, como salas de juego o parques acuáticos. Pero eso no les da carta blanca a que estén por las demás áreas del crucero corriendo como si un parque.

Hay zonas del crucero reservadas para niños, pero no por ello pueden estar corriendo por cualquier parte del crucero sin control de sus padres

Además de un potencial riesgo para la seguridad, hay zonas donde se suele tener conductas más reservadas, como en los restaurantes; por lo que algunos padres deberían tener más cuidado con sus hijos.

9. Ser moderado con la comida

El buffet libre puede ser una tentación, pero no por eso hay que llenar el plato como si se saliera de una semana de ayuno.

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Servirse en exceso lleva a un despilfarro de alimentos, una mala costumbre que los cruceros tratan de erradicar.

[Para leer más: Diez secretos para disfrutar de la gastronomía a bordo de un crucero]

Además es un causal de problemas hepáticos o digestivos, que se suele potenciar por un consumo excesivo de alcohol.

10. Vestir de manera correcta

Hay ciertas zonas del crucero donde uno se puede vestir de manera informal, como las áreas de recreaciones, el solárium o la piscina. Pero en los comedores y restaurantes, y sobre todo de noche, hay que mantener una cuota de elegancia. O al menos de discreción.

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En muchas cenas la tripulación se encarga de avisar cuál será el código de vestimenta de la ocasión, y queda muy mal no respetarla.

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