Belmond Gran Hibernian: así se recorre Irlanda en un tren de lujo

La versión irlandesa del Venice Simplon-Orient Express permite descubrir una cara lujosa y muy auténtica de Irlanda

Vagones revestidos en madera, gastronomía cocinada in situ con los mejores productos locales, elegantes suites, un coche mirador panorámico, mayordomos que, como por arte de magia, conocen tu nombre y el vino que te gusta, y mucho champagne definen el exclusivo viaje en el Grand Hibernian, el primer tren de lujo que recorre los vastos campos, las fascinantes ciudades y las dramáticas costas irlandesas.

Sin duda, uno de los viajes más inspiradores que podemos hacer en Irlanda discurre a bordo de este tren. El sello de Belmond, también en ferrocarriles como el Andean Explorer, el Easter & Oriental Express o el Venice Simplon -heredereo del mítico Orient Express-, está detrás de esta experiencia única de lujo y confort que parte desde Dublín y explora los rincones más destacados de Irlanda e Irlanda del Norte.

Con viajes de dos, cuatro y seis noches, lo itinerarios comienzan desde 3.000 euros por persona el itinerario más corto

[Para leer más: El Orient Express vuelve a la vida… convertido en hotel]

Belmond Grand Hibernian

En marcha desde 2016, el Belmond Grand Hibernian es el único tren de estas características en la siempre deliciosa Isla Esmeralda. Cuenta con dos vagones restaurante, un coche observatorio y veinte cabinas con una capacidad total para 40 pasajeros.

Lujo y confort en el Grand Hibernian. Foto: Belmond.
Lujo y confort en el Grand Hibernian. Foto: Belmond.

Con tres tipos de itinerarios disponibles, de dos, cuatro y seis días y salidas desde la estación de Heuston en Dublín, los precios parten de 3.000 euros en los viajes más sencillos (A taste of Ireland, de solo dos noches) y de 10.500 en los más largos (Grand Tour of Ireland). Por supuesto, incluye todas las comidas e incluso las bebidas alcohólicas, así como servicios de té y brunch.

Si te preguntas si vale la pena, te damos solo un dato más: los viajes hasta mayo de 2020 aparecen ya agotados en su página web.

Lo que no tiene el tren es televisión ni wifi, lo que nos anima a disfrutar de los hermosos paisajes, de la comida y de la charla

Viajes para saborear

El viaje -y las emociones- comienzan en el propio andén. Allí se saborea la primera de muchas copas de champagne siempre disponibles para los pasajeros, mientras una alfombra roja marca el camino hacia el vagón de observación.

Tras una breve introducción sobre el tren, que explica la disposición de los vagones -todos con nombre de condados irlandeses-, un miembro de la tripulación nos escoltará personalmente a las suites, todas amplias, espaciosas y con ducha y baño.

Uno de los dos vagones restaurante del tren. Foto: Belmond.
Uno de los dos vagones restaurante del tren. Foto: Belmond.

Con un estilo contemporáneo y extremadamente cómodo pero inspirado en la arquitectura local, todos los espacios cuidan hasta el más mínimo detalle, empezando por los símbolos celtas que adornan los llaveros, la cubertería o cabeceros de las camas y continuando por el plumón de origen irlandés de los edredones o el tweed de Donegal de los tejidos.

Lo que no tiene -ni falta que hace- es televisión o wifi. Leer, mirar por la ventana o disfrutar de la charla son, sin duda, alternativas mucho mejores.

Gastronomía

Una vez en marcha, el tren atraviesa suavemente paisajes costeros para dirigirse hacia el norte, rumbo a Belfast.

Merece la pena detenerse en la gastronomía a bordo; la comida que se sirve en el Grand HIbernian se describe como cocina tradicional irlandesa con toques contemporáneos con menús basados en productos locales de los condados que visita el tren. La realidad va mucho más allá de esta descripción.

El chef Mark Bodie, con una trayectoria forjada en el hotel de cinco estrellas Dylan Hotel de Dublín, cocina y emplata in situ junto a la también chef Donna Kenny para los 40 pasajeros. En una cocina, no lo olvidemos, en continuo movimiento.

Gastronomía Grand Hibernian. Foto: Belmond.

Las propuestas incluyen dos opciones de entrantes y un plato principal en comidas y cenas, con vinos que se maridan especialmente para cada plato. Si un pasajero muestra algún tipo de preferencia, el personal lo recordará durante todo el viaje.

Visitas privadas

Aunque no son obligatorias, el recorrido ofrece visitas que siempre incluyen un plus de exclusividad, como el castillo de Hillsborough, desde Belfast, en un tour privado que concluye con un picoteo con productos delicatassen mientras alguien nos deleita con música de arpa.

De vuelta al tren y tras una cena refinada, se pueden compartir anécdotas -y sí, alguna que otra copa de champagne- en el vagón observatorio, amenizado por música en directo.

El tren viaja con 20 coÌmodos dormitorios.
El tren cuenta con 20 cómodos dormitorios. Foto: Belmond.

[Para leer más: Kilkenny, cerveza y fantasmas en la ciudad más gourmet de Irlanda]

Kilkenny

El día siguiente arranca con el trayecto a Waterford, desde donde se visita la seductora Kilkenny y se toma el té de la tarde en Butler House, para después regresar a cenar al tren, no antes de ver el atardecer desde el vagón panorámico. Otro sueño en una de las mullidas camas marca el final de este trayecto de dos días.

Por su parte, el trayecto de cuatro días, que también parte desde Dublín, nos llevará a Cork, con visitas a la destilería Jameson en Midleton o al Parque Nacional Killarney incluidas, así como a Galway y Westport, mientras que el recorrido de seis noches es una combinación de los dos anteriores.

Viajeros al tren Grand Hibernian. Foto: Belmond.
¡Viajeros al tren! Foto: Belmond.

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