Ferrovial sienta a Blackstone en su consejo

Cambio de consejero independiente extranjero en Ferrovial. El italiano Gabriele Burgio renuncia por razones personales 12 años después y la familia Del Pino le sustituye por el estadounidense Howard L. Lance, hombre de confianza de Blackstone, uno de los gigantes fondos de inversión norteamericano, con lo que el calificativo de independiente hay que cogerlo con pinzas.

De entrada, una notable diferencia entre ambos nombramientos. Cuando Burgio llegó en 2002 al consejo de la constructora lo hacía con el aval de llevar casi una década al frente de la cadena hotelera NH. Lance, en cambio, es un ejecutivo completamente desconocido en el panorama directivo nacional.
 

Contratista de referencia en EEUU

Pero es lo de menos. Ahora los intereses de la multinacional española de construcciones y servicios, controla grandes aeoropuertos como el de Londres, tienen su punto de mira en Estados Unidos, y es allí donde busca centrar todos sus esfuerzos. Desde que en 2005 adquiriera la empresa texana Webber, el grupo controlado por la familia Del Pino se ha posicionado como sexto contratista –-el primero tras las empresas locales-– y tercero por cartera de obra en la zona sureste del país. Pero quiere más.

En los próximos años se van a licitar en EEUU y Canadá concesiones de una quincena de grandes obras de infraestructuras, especialmente autopistas. Un negocio de unos 16.000 millones de dólares (unos 13.000 millones de euros) del que Ferrovial quiere sacar la mayor tajada posible. Es aquí donde Blackstone, a través de Lance, entra en liza para mover los hilos adecuadamente y hacer valer su capacidad de influencia a todos los niveles.

 

 

La mano de Blackstone debe notarse rápidamente

Además, no hay tiempo que perder. En el primer semestre de 2015 se deben presentar las ofertas definitivas sobre tres de estos proyectos encabezados por Cintra Infraestructuras, filial de Ferrovial, cuyos consorcios ya han pasado la primera criba logrando la precalificación.

Dos tramos del conocido como Illiana Corridor –uno en Indiana y otro en Illinois (de donde, curiosamente, es originario Howard L. Lance)–, valorados en 1.500 millones de dólares, y otro en Houston (Texas), de 800 millones de dólares. Total, unos 1.800 millones de euros al cambio por construir y mantener, durante 35 años, algo más de 90 kilómetros de autopistas de peaje. Por la cuarta de las licitaciones en curso, una autopista en Ontario (Canadá), Cintra presentó la oferta definitiva el pasado 30 de septiembre.

Howard L. Lance

Pero, con ser importantes, las futuras licitaciones por las que Ferrovial ha mostrado interés no representan la única razón por la que la constructora ha sentado en su consejo a Blackstone.

 

 

 

 

Autopista en quiebra y refinanciación

Otra, de gran calado, se relaciona con la refinanciación de deuda de algunas concesiones, en las que el fondo estadounidense se ha convertido en uno de los principales acreedores, especialmente la de la autopista Indiana Toll Road (ITR), en quiebra consensuada (Chapter 11 prepackaged, el preconcurso según la legislación estadounidense) desde hace dos meses.

En la ITR, participada a partes iguales por Cintra y el fondo australiano Macquarie, Ferrovial acumula una deuda financiera, por su 50%, de 3.064 millones de euros. Deuda contraída inicialmente con una treintena de entidades –-entre ellas, las principales financieras españolas-– y que, ahora, tras su venta, ha acabado casi en su totalidad en manos de varios fondos, Blackstone entre ellos.

 

 

 

 

Financiación inadecuada

El acuerdo alcanzado entre accionistas y deudores pasa, en primer lugar, por la venta de la concesión –-a 75 años por una autopista de 252 kilómetros-– por la que Ferrovial y Macquarie pagaron 3.850 millones de dólares (casi 3.200 millones de euros) en 2006.

Como se puede comprobar por estos datos, la financiación del proyecto no fue la más adecuada, a la vista de que la deuda actual asciende a casi el doble de lo que costó la adjudicación.

 

 

 

 

Agujero adicional de 1.800 millones en Indiana

Cintra y Macquarie aportaron al 50% el capital de 770 millones de dólares (635 millones de euros) y financiaron el resto mediante deuda sin recurso. Un fiasco que, con la firma de derivados que aumentaban o disminuían la deuda en función de la evolución de los tipos, acabó generando un agujero de 1.800 millones de euros.

Ahora, la primera opción de los nuevos acreedores pasa por la venta de la concesionaria de la ITR al mejor postor. Aquel que esté en condiciones de poner 4.000 millones de euros se llevará el gato al agua.

La puja cuenta con varios pretendientes. Sociedades conjuntas formadas por empresas concesionarias con el apoyo financiero de los fondos de inversión. Entre los interesados están Abertis y OHL junto al fondo canadiense Borealis e, incluso, de manera sorprendente, la propia Ferrovial con los también fondos canadienses CPPIB y Brookfield, en un intento de recompra del activo.

 

 

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