Las aerolíneas, en alerta por el impuesto ecológico de El Prat

Los presupuestos de la Generalitat de Catalunya planean una batería de nuevos impuestos ecológicos. Entre ellos, figura uno con el que Artur Mas espera recaudar 3,8 millones de euros en una tasa de emisiones de óxido de nitrógeno en El Prat. Las aerolíneas advierten de los peligros de un nuevo impuesto.

Los responsables de las aerolíneas que operan en El Prat tienen el ceño fruncido. La Generalitat de Catalunya ha planteado un nuevo impuesto para las emisiones de óxido de nitrogeno en el aeropuerto de Barcelona. Las compañías advierten que la tasa, aún por aprobar, puede tener un efecto negativo para el crecimiento del tráfico de pasajeros y del turismo en general.
      

 
Las aerolíneas recuerdan que el sector es muy sensible al aumento de precios 

 
Catalunya espera ingresar 3,8 millones de euros al año con este impuesto. El objetivo de esta nueva tasa es gravar las emisiones contaminantes de la aviación comercial durante el llamado ciclo LTO (fases de aterrizaje, rodaje y despegue) por el daño que ocasionan en la calidad del aire de la zona. “El tributo es exigible a partir del 1 de enero del año inmediatamente siguiente a cada año natural”, explican fuentes de la Generalitat. De aprobarse la medida en 2014, la recaudación empezaría en 2015.

El impuesto no se aplica por igual a todas las aerolíneas. Se reduce a la mitad si la mayoría de pasajeros de una aeronave son de conexión o intercontinentales. En el caso de El Prat, los pasajeros en conexión representan un porcentaje aún minoritaria. El de Barcelona es el tercer aeropuerto de Europa en términos de pasajeros de origen y destino, por detrás de Londres Heathrow y París Charles De Gaulle.

Fuentes de Vueling piden cautela sobre el nuevo gravamen. La aerolínea está estudiando los efectos que puede tener sobre su negocio. No obstante recuerda que el sector aéreo es muy sensible a las subidas de tasas. Sobre todo, para las aerolíneas de bajo coste, donde unos pocos euros pueden suponer grandes diferencias.
      

 
Algunos detalles de la norma hacen dudas sobre sus fines ecolóficos y apuntan a un interés recaudador

 
El ejemplo más claro de la afirmación de la compañía que preside Álex Cruz es la subida de tasas de Aena en 2012 que ahuyentó a varias aerolíneas como easyJet –cerró su base en Madrid– o Ryanair. El gestor aeroportuario ha tenido que hacer marcha atrás en sus pretensiones.

Por su parte, easyJet tampoco ve muy clara la medida. La compañía británica apunta algunos detalles que sorprenden y que ponen en tela de juicio que el objetivo de la norma sea reducir las emisiones de NOx. “Nos llama la atención que se establezca un tope de 20.000 vuelos al año para el impuesto, con lo cual si alguna aerolínea supera dicho volumen su contribución al impuesto será menos que proporcional en relación con sus emisiones totales de NOx”, indican.

La compañía dirigida en España por Javier Gándara tampoco ve claro el hecho de que los pasajeros en conexión y los de largo recorrido tengan un cargo el 50% menor que los que viajan punto a punto. “El nivel de emisiones de NOx en el aeropuerto es el mismo”.

Por su parte, Iberia sigue estudiando el impacto del impuesto. La compañía se ve menos afectada que Vueling o easyJet porque la mayoría de sus pasajeros desde Barcelona son en conexión a vuelos internacionales.

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