Diez sorpresas que sólo se pueden descubrir en Copenhague

No, no hace falta ver La Sirenita. Si visita Copenhague hay que descubrir hoteles, platos y comercios que pueden parecer extrañas en estas latitudes

Esta es la mejor época para visitar Dinamarca: días con muchas horas de luz solar, temperaturas que raramente superan los 25 grados, y la mitad del país en la terrazas agradeciendo la llegada de las temperatura más suaves.

Si se viaja a Copenhague se pueden realizar estas actividades sugeridas por Condé Nast, propuestas alejadas de las convenciones que uno espera. Se trata de alojarse en el único hotel del mundo con un cuarto, tomar un helado de nitrógeno, visitar extrañas floristerías y conocer la comunidad de Christiana. ¿Y la Sirenita? Esa hermosa estatua vale la pena una visita, pero puede esperar.

10 Cruzar el puente a Suecia -- Øresund

Copenhague y la ciudad sueca de Malmö se conectan gracias al puente Øresund, una obra maestra de la ingeniería. Fuente de inspiración para el drama nórdico negro “El Puente”, esta infraestructura es una de las más grandes del mundo. Para conocerlo, se sugiere comprar el billete especial de tren que permite cruces ilimitados entre ambos países.

9 Comer pescado en el barrio de la carne -- Kødbyen

Kød en danés es carne y byen significa barrio, por lo que Kødbyen es donde se encontraban los mataderos para abastecer de carne a la ciudad. Ahora el barrio se ha convertido en uno de los sitios de moda, y allí se puede probar…pescado. Un local al lado del otro, como el Kødbyen Fiskebar, ofrecen mariscos y frutos de mar, además de platos orgánicos o delicias como queso burrata con melocotón asado y salchichas de sobrasada.

8 Nadar con los daneses -- Islas Brygge

Entre finales de junio y principios de septiembre los pontones de madera de las islas Brygge son ideales para bañarse. Al menos para los habitantes de Copenhague, que las frías aguas –en comparación con la temperatura del Mediterráneo- no son un obstáculo para un chapuzón. Otra alternativa es visitar Amager Strandpark, donde una isla artificial forma una laguna con tres kilómetros de playa para disfrutar del sol del norte.

7 Visitar una florería artística -- Tage Andersen

Tage Andersen, antes de dedicarse a la floristería, era chef de repostería. Y se nota, porque sus ramos se elaboran con un cuidado que parecen complejos postres. En el local su propietario se viste como si fuera el siglo XIX, con pantalones de corte clásico y botas altas. El interior, en sus techos altos, cuelgan jaulas con aves exóticas y espejos con marcos decimonónicos.

6 Saborear un helado de nitrógeno -- Istid

No es la cocina molecular de Ferran Adrià, pero no está lejos. En la heladería Istid, en el distrito hipster de Nørrebro, se venden helados de textura lisa, cremosos y por supuesto, muy sabrosos. El secreto es darles una rápida ráfaga de nitrógeno, que evita que en la crema se formen cristales de hielo. Para acompañarlos se sirven recomendados cócteles como mojitos o margaritas.

5 Probar ojos de oveja -- Bror

Otra vez la sombra de Noma planea en este local de dos plantas cercano a la Plaza del Ayuntamiento. Bror, regenteado por dos exchefs del famoso restaurante, se especializa en esos platos que al leerlos en la carta causan algo de impresión, pero que tras probarlos -luego de asumir una cuota de coraje- se comprueba que el descubrimiento es un acierto. Los ojos de oveja son una de sus especialidades, como los corazones de pollo, hígado de rape y cuello de pato esmaltado. 

4 Dormir en un hotel con una sola habitación -- Central Hotel & Café

¿Qué diferencia a este hotel de un clásico bed & breakfast? En rigor nada, pero el Central Hotel & Café en el distrito de Vesterbro, se presenta como el único establecimiento alojamiento del mundo que tiene una sola habitación. Recientemente renovado, con sus paredes de color verde oscuro y con techos con vigas de madera, la habitación se encuentra encima de un café muy chic, donde se puede desayunar tostadas con queso fundido y rodajas de plátano. Eso sí, se sugiere reservar con varios meses de anticipación.

3 Descubrir la comunidad hippie más grande -- Christiana

Poco antes de entrar en Christiana, un cartel advierte “Usted está dejando la Unión Europea”. Esta es la comunidad hippie más grande de Europa, y seguramente la más antigua. Creada en 1971 en las instalaciones de unos cuarteles militares abandonados, ahora es una zona donde la ecología manda, repleta de cafés y bares de productos orgánicos que incentivan el consumo responsable, y que incluso cuenta con una moneda propia. De acuerdo, hay mucho postureo eco-naturista entre los turistas, pero la excursión vale la pena.

2 Viajar en una de las montañas rusas más antiguas -- Tivoli Gardens

Los Tivoli Gardens son un viaje en el túnel del tiempo. Sus carruseles centenarios se mantienen en excelente estado de conservación, y su montaña rusa –que por suerte fue renovada en su totalidad- es una invitación a la adrenalina con un toque retro. Si se llega un sábado, mejor esperar a los fuegos artificiales que estallan cada noche.

 

1 Comer en el hermano menor de Noma -- 108

Noma, por cuatro años elegido mejor restaurante del mundo, ya no existe. Pero hay una alternativa de su hermano menor 108, la aventura gastronómica de Kristian Baumann, uno de los chefs del Noma. De los platos que podían llevar una degustación a un viaje de varias horas, Baumann apuesta por el minimalismo y alternativas más simples, como las vieiras noruegas crudas, los calamares curados con caldo de tocino o el rape grillado.

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