El temor al ébola pone patas arriba a la industria turística

México y Belice prohíben la llegada de un crucero de Carnival, las azafatas de Air France piden suspender los vuelos a África Occidental y los trabajadores del aeropuerto de Bruselas se niegan a tocar las maletas africanas

¿Temor o paranoia? El ébola también está amenazando las operaciones de las empresas turísticas. Además de los controles de seguridad rutinarios, los aeropuertos de Reino Unido y Francia han comenzado de desplegar un sistema de control de temperatura para los pasajeros procedentes de vuelos de África Occidental. Es un paso más que deberán cumplir los viajeros que embarcaron en las zonas afectadas.

El aeropuerto de Charles de Gaulle s ha instalado termómetros láser para medir la temperatura de los pasajeros procedentes de Conakri frente a los fingers que conectan la terminal con los aviones. El aeropuerto de Heathorow, en Londres, también ha comenzado a aplicar la misma técnica por órdenes del ministerio de Salud.

El gobierno británico ha asegurado que el 89% de los pasajeros procedentes de zonas afectadas deberán pasar por el escáner para determinar si llegan al país con fiebre. El sistema, cuya eficacia ha sido cuestionada por profesionales de la medicina, también ha comenzado este sábado en Gatwick y se comenzará a aplicar al Euromed, que une Reino Unido y Francia.

El virus también comienza a arruinar las vacaciones de centenares de pasajeros. Un crucero de Carnival procedente de Texas, Estados Unidos, ha sido rechazado en en México y Belice. La embarcación, con una enfermera que atendió a uno de los pacientes que murió de ébola en Estados Unidos, tuvo que regresar al punto de origen. El gobierno de Belice aseguró que el barco representaba un riesgo para la salud pública del país a pesar de que la enfermera no presenta ningún síntoma y rechazó su entrada al país.

El pánico también se ha apoderado de las azafatas de Air France que han solicitado a la empresa suprimir los vuelos desde París hacia África Occidental. Una medida más drástica ha sido adoptada por los trabajadores de tierra del aeropuerto de Bruselas, que se han negado a manipular las maletas procedentes de las zonas afectadas por el ébola. El aeropuerto ha tenido que contratar personal externo para estos trabajos.

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