Rusos y chinos, chafarderos de bodegas catalanas

Son los que más se interesan por las fincas, aunque, al final, los europeos las adquieren. Los precios van desde el medio millón hasta más de diez.

¿Ha pensado alguna vez en comprar una bodega? Con la crisis, varias empresas familiares se desprenden de algunos de sus negocios, entre ellos, los relacionados con el sector vitivinícola. Pero, los precios no están al alcance de todos. Por ello, los que más se interesan por estas propiedades son los inversores internacionales. En el caso de las bodegas catalanas, que destacan por su elevado coste, chinos y rusos están entre los más atentos a las ofertas.

“Son los que más demandan pero eso no significa que sean los que finalmente compren”, detalla el portavoz de la inmobiliaria on line Aldeasabandonadas.com, Rafael Canales. Actualmente, este portal tiene unas 40 bodegas españolas a la venta, de las cuales entre 14 y 15 están en Cataluña.

Los europeos pasan por caja

Aunque rusos y chinos se interesan por las bodegas, al final los europeos son los que las adquieren. “Normalmente entre los que compran hay franceses, ingleses y holandeses”, detalla Canales, para desmentir que en este tipo de negocios haya un boom de compradores rusos como en otro tipo de inmuebles.

Existe un catálogo amplio de bodegas en cuanto a precio. En Cataluña, el coste puede oscilar desde el medio millón de euros, la más barata, hasta superar los diez millones, la más cara.

“Son ventas difíciles porque la inversión es muy importante y el retorno, si no adquiere la bodega una empresa que ya conoce el sector, es más tardío. Es como vender palacios”, explica con esta analogía Canales la complejidad de las operaciones.

Cuanto más conocida la DO, mayor el precio

Sin embargo, a lo largo de la geografía española hay bodegas más asequibles. En Galicia, por ejemplo, se puede conseguir una propiedad por 225.000 euros de las mismas características que otra en Cataluña que rondaría el millón de euros. “La diferencia de precio está en la Denominación de Origen.

Cuando algunas son más conocidas como la del Penedès, entonces se paga más por ellas. Cuanta mayor es la fama, más se paga”, señala Canales.

El perfil de vendedor, asegura, suele ser el propietario de un negocio familiar, en su mayoría, con cierta edad y que ya no se puede hacerse cargo de la bodega a veces, incluso, por el gran crecimiento experimentado y, otras, porque se ha realizado una mala inversión en el pasado.

Sea como fuere, este tipo de ventas crece. “Siempre van entrando nuevos inmuebles”, subraya Canales, quien insiste, también, en remarcar que el incremento no es algo nuevo consecuencia de la crisis.

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