Cómo una bodega abandonada se convierte en un elegante hotel boutique
En la primera línea de la costa del Peloponeso el exclusivo hotel Dexamenes Seaside hereda la gigantesca estructura de hormigón y acero de una bodega
Si Mad Max viviera en el siglo XXI seguramente se alojaría en el llamativo Dexamenes Seaside, un llamativo hotel boutique que abrió sus puertas en el oeste del Peloponeso, en Grecia.
Este hotel aprovechó las instalaciones abandonadas de una bodega, situada a pocos metros de la playa de Kourouta, cerca de la localidad de Amaliada.
La época de oro de la grosella y la uva
Estos parajes son tierras agrícolas que florecieron con el boom de la grosella negra a fines del siglo XIX, que fue tan importante que por allí se construyó una de las primeras líneas de ferrocarril de Grecia.
Los dos grandes tanques de acero de la antigua bodega se transformaron en espacios para la meditación y el yoga
La decadencia de la exportación de las grosellas fue reemplazada por las vides, nuevo boom que fue aprovechado para construir la bodega en 1920.
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Si se hizo tan cerca del mar fue para que el vino pueda ser cargado por un sistema de tuberías a los barcos que atracaban en la costa.
Pero la producción vitivinícola también entró en crisis, y los depósitos y tanques quedaron atrapados por el olvido. Hasta ahora.
La nueva vida de la bodega
El diseño de K-Studio mantiene la estructura pero adaptada al siglo XXI. La apuesta es arriesgada, porque aquí nadie se va a encontrar con cuartos con revestimientos o decoraciones en madera labrada: el hormigón y el acero se conservan como sus principales elementos, y si hay una mano de pintura, son en colores crudos para continuar la línea estética.
Pero a pesar del impacto inicial, hay una idea de relax que atrapa al huésped, y que se potencia con las puestas de sol que se pueden ver desde las habitaciones.
Donde había barriles hay dormitorios
El diseño del hotel consiste en dos grandes bloques de hormigón, donde cada uno alojaba a 10 grandes barriles de cinco metros por seis.
En homenaje a la tradición agrícola de esta región del Peloponeso los chefs del hotel solo utilizan ingredientes de las granjas cercanas
El espacio que ocupaban esos depósitos fue reconvertido en dormitorios, cada uno equipado con un baño moderno y un patio privado.
Meditar en tanques de acero
La estructura central está coronada por dos gigantescos tanques que superan los cinco metros de altura, con una superficie interior de 30 metros cuadrados.
Los trozos de hormigón que se estaban descascarando de estas estructuras se transformaron en baldosas que atraviesan un espejo de agua, lo que ayuda a mantener fresco el ambiente y le da un aire zen al lugar.
Estos gigantescos tanques conservan sus caños y escaleras oxidadas, pero el interior fue recubierto como un espacio para la meditación, el yoga y otras técnicas de relajación.
El espectáculo del atardecer
La entrada al hotel se encuentra detrás de la antigua estructura, en un espacio lleno de sombra que evita el intenso calor griego, pero que al atardecer cambia de estética cuando el sol se esconde en el horizonte.
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Este mismo panorama es el que se puede ver desde las habitaciones más buscadas, las que están en la primera línea de la costa, y que se comunican con la playa por un sendero.
En honor a la tradición agrícola de esta región del Peloponeso los chefs preparan platos con ingredientes de los productores locales, que se ofrecen en el bar de la playa y en el restaurante, instalado en la antigua sala de máquinas de la vieja bodega.
También se transformó un espacio industrial en una sala de eventos múltiples, pensada para organizar actividades culturales como muestras de arte o presentaciones literarias.