Bubó: un pequeño rincón para grandes sabores

La repostería de la tradicional casa Bubó, en el Born, se combina con elegantes tapas de autor y una carta de cócteles para degustar en cualquier momento

La experiencia gastronómica en el Bubó, el bar de tapas en el corazón del Born, recuerda a la canción Un día en la vida, de The Beatles. Los platos evolucionan de sabores suaves a otros más intensos, hasta terminar en un crescendo de gustos potentes que elevan el prestigio de la pastelería matriz que es famosa en el barrio. Y en Barcelona.

Esta propuesta, de alguna manera, va en contrasentido de la costumbre de muchos locales que aspiran a ser de vanguardia, donde ponen el acento en las preparaciones centrales pero desdeñan el postre. Aquí la repostería tiene una presencia contundente pero que no eclipsa al resto de los platos.

De los postres a las tapas

La vecina pastelería Bubó nació en 2005, y su calidad se expandió en seis locales en Barcelona y dos sucursales en Abu Dabi y Dubái.

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Lo que hace la chef y consultora Anna O’Flynn, al frente de los fogones, es una reinterpretación personal de tapas clásicas, con mucho cuidado por la materia prima y con una preferencia por los ingredientes de las cercanías. O sea, la filosofía kilómetro cero.

Trio de pates
Trío de patés. Foto: Bubó.

Bubó, famosa repostería con locales en Barcelona y los Emiratos Árabes, realiza una reinterpretación de las tapas clásicas en su local del Born.

La otra parte de la ecuación la aporta el carismático bartender Miguel Ángel Palau, que aterrizó en Bubó tras pasar por coctelerías como Ocaña o 41 Grados.

No hay una hora para el cóctel

Su idea es que un cóctel puede ser degustado en cualquier momento, ya sea como un vermut (atención a su preparación casera), como para contemplar la estilizada silueta de Santa María del Mar al atardecer con un campari con pomelo (“fantástico”), o con el limoncello tras la comida que, al probarlo, confirma la diferencia abismal con los destilados industriales.

Pastel y coctel
Pastel y cóctel. Foto: Bubó.

“Es una receta de mi abuela”, desliza sin más pistas Palau sobre el preparado de raíces italianas.

Ambiente íntimo

El Bubó es un local pequeño, para unas 25 personas como mucho. Pero la idea es ofrecer un ambiente cálido e íntimo, en uno de los sectores más populares de uno de los barrios que más está cambiando en Barcelona.

El menú degustación permitió tener un buen panorama de la carta de tapas que se ofrecen. Sugerencia: vaya acompañado, preparado para compartir, porque si bien los platillos son para probar sabores más que para saciar el hambre, lo ideal es desandar un camino de diferentes gustos y preparaciones.

Espacio 1
Frente del bar de tapas en el barrio del Born. Foto: Bubó.

Las preparaciones iniciales

El inicio fue con un trío de patés de verduras, entre la remolacha de nuez, la zanahoria con chipotle (picante pero en su justa medida) y cilantro, y berenjena ahumada.

Le siguió un steak tártar de ternera de Girona, con un toque de huevo de codorniz y alcaparras; y un vitello tonnato (roast beef con mayonesa y atún).

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Dos reinvenciones interesantes son la tostada de caballa ahumada y los boniatos bravos, que llevan a uno preguntarse por qué este tubérculo no es más popular en la cocina autóctona.

Tras la ensalada de berenjenas con queso feta y las croquetas de pollo asado, llegaron las tapas más contundentes.

Pulpo
Pulpo a la plancha con mojo picón. Foto: Bubó.

El ‘crescendo’ en los sabores

Primero fue una vieira a la plancha, con una pequeña loncha de jamón ibérico y salsa teriyaki, un pulpo a la plancha con mojo picón (no es fácil darle el punto justo al pulpo, pero la chef O’Flynn lo logra) y un exquisito secreto ibérico con membrillo, bien crujiente.

Los postres son sofisticados, pero de sabores equilibrados

Y el momento estelar, por supuesto, fueron los postres. Uno de los mejores fue el suave Brasilia (mousse con fruta de la pasión y naranja, con crujiente de kikos, compota de naranja y dacquoise de almendras), el sofisticado Loreak Babylon (mousse de chocolate, cremoso de naranja y azafrán, crujiente de nueces caramelizadas y bizcocho genovés de naranja) y el Xabina (bizcocho de aceite de oliva con especias, crujiente de praliné y habas de cacao, con bizcocho de vainilla y mousse de chocolate), entre otros.

La carta de postres continúa con otras elaboraciones artesanales que mantienen en alto el prestigio que ganó Bubó en su década y media de vida. Lo ideal, es probar dos o tres, y volver en otra ocasión para degustar otras preparaciones.

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