Cómo viajar y sentirse como en Nueva York sin salir de casa

Sobre Nueva York hay infinidad de películas, series, museos virtuales, cócteles y discos que podemos disfrutar sin alejarnos del salón

No vamos a dejar de viajar y conocer culturas, sabores y paisajes. Si ahora no es posible alejarnos más allá del dormitorio o el salón, sí podemos usar las herramientas de Internet para conocer más en profundidad otros destinos. Y comenzamos con Nueva York.

Con esta serie de reportajes proponemos descubrir una gran ciudad del mundo a través de series, películas, libros, visitas virtuales a museos y centros culturales, y algún cóctel o plato que podamos preparar en casa.

¿Empezamos?

Una serie: Mad Men

Si bien es cierto que la serie sobre estos hombres y mujeres de la industria de la publicidad fue grabada en Los Ángeles, su ambientación está en el Nueva York de los años ’60; épocas de bonanza económica en la que Manhattan era un hervidero de tendencias, ideas, cambios en el consumo, las relaciones personales y la forma de ver el mundo.

Mad Men retrata a una ciudad que vive la bonanza económica de los años ’60, épocas de efervescencia social donde todo cambia demasiado rápido

 

En los capítulos de la series los exteriores presentan edificios y tiendas icónicas, como los hotel Waldorf Astoria, Elysee o Roosevelt, el pub PJ Clarke, la coctelería Sardi’s o el restaurante Minetta Tavern.

Otra serie: Mozart in the Jungle

Gael García Bernal es un director de orquesta mexicano que llega a la Filarmónica de Nueva York y pone patas para arriba a la orquesta y a la institución, mientras se revela un mundo donde hay traiciones, desfalcos económicos y músicos emergentes que no encuentran su oportunidad.

[Para leer más: Cinco planes para escapar del típico viaje a Nueva York]

 

El director entrante, el saliente, la presidenta del patronazgo, una clarinetista que quiere ascender y el resto de músicos conforman una fauna que viven, respiran y se relacionan entre las calles de Manhattan, con reuniones en cafeterías de Williamsburgh, caminatas en parques como el Washington Square y el Central Park, actuaciones en teatros como el Astor Place (supuesto hogar de la filarmónica) y confidencias en bibliotecas como la Brooklyn Historical Society.

Una película: Annie Hall

Hay cientos, miles de películas que tienen a Nueva York como escenario. Si es por elegir a uno de los directores que más pasión tiene por la Gran Manzana es Woody Allen. Podríamos mencionar a Manhattan, Broadway Danny Rose o Hannah y sus hermanas, pero nos quedamos con Annie Hall.

 

Como trasfondo de la historia de amor, de encuentros y desencuentros entre Allen y Diane Keaton están los apartamentos de Madison Avenue, el muelle 11 de Manhattan, el puente de Brooklyn y los recuerdos de la montaña rusa de Coney Island (desaparecida).

Otra película: Jo, qué noche (After hours)

Hay películas que muestran el glamour de la ciudad como Desayuno en Tiffany’s o El diablo viste de Prada, su relación con las mafias como en Uno de nosotros o la segunda parte de El Padrino, y legiones de films románticos con sus rascacielos como escenario como New York I Love You.

 

Pero también hay una ciudad que cambia al llegar a la noche, como le sucede al infortunado Griffin Dunne que se encuentra en un barrio desconocido de la ciudad, donde la mala suerte le persigue en un rocambolesco rosario de situaciones que parecen inconcebiles. Excepto que estamos en Nueva York.

Divertida y desesperante, esta película de Martin Scorsese nos muestra que difícil era meterse en territorios desconocidos cuando no existía el móvil para que alguien nos rescate.

Un museo virtual: Guggenheim

Gracias a la iniciativa de Google Arts & Culture, podemos caminar por las salas del edificio del Guggenheim y subir por su rampa espiralada diseñada por Frank Lloyd Wright, y conocer en profundidad sus exposiciones permanentes y temporales.

1280px NYC   Guggenheim Museum         

También es posible contemplar la forma circular de su estructura, ya sea a pie de calle o con vistas aéreas a vuelo de pájaro.

Gracias a las herramientas de Google se pueden realizar visitas por los pasillos y las salas del Guggenheim, así como conocer su particular arquitectura volando como un ave

Como en cualquier visita, nos podemos detener en la obra que más nos interese y ampliar la información con explicaciones sobre el autor y el contexto en que fue realizada.

Otro museo: Metropolitan Museum of Art

Sus puertas están cerradas, pero las exposiciones están abiertas para los usuarios de Internet. El Met cuenta con “5.000 años de historia del arte”, como anuncia su web, donde es posible navegar entre las obras más emblemáticas, explorar más de 400.000 pinturas y dibujos en alta definición, para que no se escape ningún detalle; o recorrer el patrimonio por secciones, como las de arte islámico o asiático o de armaduras antiguas.

 

También es posible realizar visitas en 360 grados por sus salas y pasillos, donde uno puede subir y bajar escaleras, entrar y salir de los ambientes y hasta dar vuelta el museo si se pretende.

Un libro: Desayuno en Tiffany’s

Tan difícil de elegir como las películas, hay miles de libros sobre la Gran Manzana, entre ensayos, históricos, novelas, biografías y cuentos.

[Para leer más: Diez museos, óperas y festivales para disfrutar desde el sofá]

Esta novela breve de Truman Capote traza las pinceladas precisas para retratar la extraña y difícil relación entre dos inquilinos del Upper East Side, él un escritor anónimo y ella una joven que pretende escalar en la vida social buscando hombres de poder económico.

desayuno tiffany         

De trasfondo, se despliega el glamour de la Quinta Avenida pero también la sordidez de los barrios periféricos de la gran ciudad durante la Segunda Guerra.

Otro libro: Nueva York, de Edward Rutherfurd

Sí, el título aporta pocas pistas, pero esta obra de 1.000 páginas de Edward Rutherfurd sirve para todos los públicos: los que buscan una guía fuera de lo convencional, los que quieren empaparse de la historia y los que optan por un ensayo sociológico de la ciudad.

nueva york libro         

El autor, que tiene obras similares sobre Londres y París, nos lleva de la mano por los 400 años de historia de la urbe, desde que los holandeses compraron la actual isla de Manhattan a los nativos hasta el 11 de septiembre de 2001.

A través de los 400 años de historia de Nueva York Edward Rutherfurd nos presenta una ciudad que vive y crece de forma acelerada

Hay sucesos que son muy conocidos y apenas se tocan, como el crack del 29, para dejar espacio a un sinfín de sucesos y anécdotas que fueron conformando la identidad cosmopolita de la ciudad.

Un disco: New York, de Lou Reed

Sería un topicazo elegir a un grandes éxitos de Frank Sinatra y su famosa oda a la ciudad. Por eso elegimos a uno de los músicos modernos que más se identifican con las variadas caras de Nueva York, como es Lou Reed.

lou reed2         

Lo extraño es que haya tenido que esperar 15 discos para sacar un álbum que homenaje a su ciudad. Y de la mano del viejo Lou recorremos el lado oscuro de la ciudad, de callejones sucios, de paredes con graffitis, de suburbios que trabajadores que madrugan y bares sórdidos que abren desde que cae el sol.

A fines de los 80, esta era una ciudad golpeada por el sida (Halloween Parade), con gente sin hogar (Xmas in February), y donde todavía gobiernan los poderes de siempre (Strawmen). Pero también hay lugar para el amor entre parejas (Romeo had Juliette) o de padres a hijos (Beginning of a Great Adventure).

Un toque gastronómico: cóctel Manhattan

Y cerramos con un cóctel que sintetiza el glamour del distrito más exclusivo: el Manhattan. Elaborado con whisky de centeno o canadiense y vermut rojo, es un buen aperitivo para saborear mientras se escucha a Ella Fitzgerald.

coctkail Manhattan         

Uno de los probables orígenes era el bar New York City’s Manhattan Club, que estaba donde ahora se levanta el Empire State, hacia 1870. Otra versión apunta al viaje de un bartender de Nueva Orleans a la gran ciudad en 1899, y que ante la escasez de bebidas en el barco creó la célebre combinación.

El cine de los años 40 y 50 le dio alas como cóctel elegante, servido en exclusivas salas que podían abrir sus puertas tanto a estrellas del espectáculo y magnates como a mafiosos y políticos corruptos.

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