El elegante restaurante de Moscú ideal para los amantes de la aviación

El Café Polet de Moscú presenta un diseño retro futurista que homenajea a la aviación soviética, ubicado en un aeropuerto reconvertido en un polo comercial

El antiguo aeropuerto de Khodynka, a siete kilómetros de Moscú, es otro buen ejemplo de cómo unas instalaciones que quedaron abandonadas se reconvierten en un polo de gastronomía y de ocio. Y allí se encuentra uno de los restaurantes más modernos que podemos encontrar en la capital rusa.

Polet Café se presenta como un homenaje a la aviación del país, ya que se encuentra en el lugar donde en 1910 partió el primer vuelo de Rusia.

El aeropuerto estuvo en funcionamiento hasta el 2003, y poco después de cerrar sus puertas, jugosas inversiones lo resucitaron con la construcción de uno de los centros comerciales más grandes de Europa, además de un recinto para conciertos, un estadio de fútbol y un futuro museo de la aeronáutica.

Dos grandes diosas aladas dan la bienvenida al restaurante. Foto Restaurante Polet

Dos grandes diosas aladas dan la bienvenida al restaurante. Foto Restaurante Polet

Estética retro futurista

El diseño del Polet Café, a cargo del estudio de Nueva York Asthetíque, es de una estética retro futurista que parece extraído de la película Metrópolis.

Tanto los muebles como las lámparas y hasta una diosa alada son un homenaje de Polet Café a la aviación de la URSS

El lugar aprovecha sus techos altos para montar grandes ventanales, ideales para ver y ser vistos, como le gusta presumir a la sociedad moscovita.

[Para leer más: La segunda vida de los aeropuertos abandonados]

Los diseñadores, que se inspiraron en el estilo del constructivismo ruso, juegan con varios guiños al pasado de la aviación en los tiempos de la Unión Soviética: algunas columnas están pobladas de pequeños aviones de acero, hay lámparas de forma semi esféricas recuerdan a los cascos de los astronautas, los suelos y paredes de hormigón desnudo evoca a las pistas de aterrizaje, mientras que varias citas relacionadas con el mundo de la aviación decora uno de los salones privados.

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El local abunda en el uso del cobre. Foto Restaurante Polet

Guiño a películas de ciencia ficción

Un bajorrelieve de hormigón que representa un avión que despega da un sentido de “energía, velocidad, fuerza y dinamismo”, describe Julien Albertini, cofundador del estudio Asthetíque.

En los techos cuelgan otras lámparas, algunas que parecen platillos voladores, otras que son esferas deformadas y algunos candelabros como tentáculos son un reflejo de las películas de ciencia ficción de la primera mitad del siglo XX.

También hay un mural de un astronauta tomando una copa desde la Luna, acompañado de un perro. O quizás sea la perra Laika.

Pero el toque más aeronáutico, además de su nombre (Polet en ruso significa ‘vuelo’), son las estatuas de dos diosas aladas de seis metros de alto, con esa estampa de trazos geométricos que tanto gustaba a los escultores soviéticos en los primeros años de la revolución bolchevique.

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Un divertido mural homenajea al pasado de los viajes espaciales rusos. Foto Restaurante Polet

Espacios para elegir

El restaurante cuenta con tres espacios: el café, el restaurante y los salones privados, que se encuentran en la sala superior.

En el salón principal los asientos diseñados a medida se iluminan con luces circulares, mientras que en el restaurante las paredes acolchadas se yuxtaponen con paneles de latón con formas geométricas y sofás de gran tamaño que permiten que los invitados se sientan con comodidad.

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Detalle del bajorrelieve de hormigón con figuras de aviones. Foto: Restaurante Polet

En los fogones se encuentra el chef Alexandr Airapetyan, que combina su herencia como cocinero de San Peterburgo con una fusión entre las cocinas de Europa con las de Georgia.

Cada día este cocinero presenta platos enfocados en algún ingrediente: este viernes puede ser en torno a los champagnes y vinos espumosos, el sábado con erizos de mar, el domingo es de ostras.

Otros platos que presenta Airapetyan son el pulpo con salsa agridulce y patatas, el aguacate con pastrami y huevo, o los boniatos al horno con quinoa. Eso sí: no hay ningún plato que lleve carne de cerdo.

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