Seis piscinas rurales para chapuzones de lujo

Aunque estos alojamientos no son hoteles exclusivos, cuentan con originales piscinas que nada tienen que envidiar a las de muchos ‘cinco estrellas’

Apenas unos días nos separan del verano y el calor se va colando ya por todas partes. Para refrescarse en la canícula, pero en un ambiente sereno e íntimo, las piscinas de algunas casas rurales resultan una magnífica opción. Cerodosbé ha elegido siete de las recomendables para inolvidables chapuzones estivales.

El Escondite de Pedro Malillo (Candeleda, Ávila)

El Escondite de Pedro Malillo, un complejo rural de cinco casas independientes, se encuentra rodeado de la naturaleza más pura en el pre-parque de la Sierra de Gredos. Las casas, ocultas entre seis hectáreas de bosque de robles, prados y un arroyo, cuentan con su propia piscina privada, custodiada por una cama balinesa, hamacas y barbacoa.

El Castaño (El Pedroso, Sevilla)         

El Castaño hace honor a la arquitectura de los pueblos blancos de la zona y dispone de tres apartamentos rústicos. Cada una de las casas tiene una alberca del siglo XVII restaurada para el baño y una gran piscina de estilo natural, La charca de las piedras, ideales para darse un respiro frente al calor del sur.

Camino Beturia (Cabeza la Vaca, Badajoz)

Las imponentes vistas y la espectacular puesta de sol escoltan la maravillosa piscina naturalizada de Camino Beturia, una casa rural de nueva construcción que hace honor a los elementos más tradicionales de la zona. El color blanco, los tejados a dos aguas, las tejas árabes o las balconadas sencillas de hierro entrelazan su arquitectura dotándola de una belleza muy particular.

Artiñano Etxea (Orozko, Vizcaya)

Un caserío reconvertido en alojamiento rural se hace imprescindible para perderse por la verde naturaleza del País Vasco. En Artiñano Etxea el viajero puede disfrutar de un amanecer en la montaña, del silencio nocturno de los bosques e increíbles rutas de senderismo. Además, dispone de una piscina exterior rodeada por un magnífico jardín diseñado en 1914 por un paisajista inglés, ideal para un relajante baño después de una activa jornada.

Antigua Casa de Pedro Chicote (Zafra de Záncara, Cuenca)

En un pueblo de la campiña de Cuenca, la Antigua Casa de Pedro Chicote ofrece tres alojamientos rurales sobre piedras restauradas del siglo XVI. En verano, lo mejor es aprovechar su piscina desbordante de agua salada con vistas de vértigo. Un auténtico balcón acuático donde olvidarse del mundo.

Finca S’Olivar (Estellencs, Mallorca)

La antigua Finca S’Olivar, al sur de la sierra de la Tramuntana, abre sus ventanas a un valle con vistas al Mediterráneo y a los pies de uno de los picos más simbólicos de la isla, el Puig de Galatzó. Entre olivos centenarios, los olores de los frutales y los aires marítimos envuelven dos casas rurales y una hipnótica piscina que prometen el merecido descanso mirando al infinito. 

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