Baños de bosque: así es la terapia para reconectar con la naturaleza

Caminar entre árboles, muy despacio, atendiendo a los cinco sentidos y dejando por unas horas cualquier aparato electrónico. Sí, apetece

¿Quién no sueña ahora mismo con hacer una inmersión en plena naturaleza? Adentrarse en un bosque, recorrer sin prisa alguno de sus senderos, cerrar los ojos por unos minutos, afinar oído, aspirar sus aromas, respirar profundo.

Los shinrin-yoku o baños de bosque son una terapia originaria de Japón. Fue creada en los años 80 por Tomohide Akiyama, el por entonces ministro de Agricultura, con el objetivo de buscar una cura a los altos índices de estrés y karoshi (fallecimiento por exceso de trabajo) a los que estaba sometida la población nipona. Los resultados fueron más que sorprendentes.

Los shinrin-yoku, hoy convertidos en ciencia, forman parte del Programa de Salud Nacional de Japón, con 62 bosques incluidos y guías terapeutas especializados en esta práctica

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Volver al bosque

Realizar una inmersión en un paraje densamente poblado de árboles grandes y viejos supone para el cuerpo una indiscutible sanación. “Debemos volver a la naturaleza, y ese es mi mensaje para el mundo”, rezan las palabras del Dr. Qing Li, inmunólogo y director de la Sociedad Japonesa de Medicina Forestal.

Baños de bosque. Foto Casey Horner Unsplash

Shinrin-yoku, quédate con este nombre. Foto: Casey Horner | Unsplash.

Esta práctica supone una notable reducción del estrés, afectando positivamente a los cinco sentidos. Pero también se convierte en un potenciador del sistema inmunológico gracias a las fitoncidas, compuestos orgánicos volátiles en estado de aceites naturales segregados por los árboles para protegerse de insectos, hongos y bacterias. Un sistema de defensa natural que también activa nuestras células defensivas.

Naturaleza y salud

Qing Li, considerado el máximo experto en medicina forestal, demostró que las poblaciones que más tiempo pasan en contacto con los árboles gozan de mejor salud, un hábito que, gracias a los beneficios que ofrece, clama la necesidad de volver a la naturaleza.

“Debemos volver a la naturaleza, y ese es mi mensaje para el mundo”. -Dr. Qing Li, inmunólogo, director de la Sociedad Japonesa de Medicina Forestal-

Los estudios realizados en Japón evidencian cómo el impacto de los baños forestales en la salud es real: bajan la presión arterial, fortalecen el sistema inmunológico, reducen las hormonas relacionadas con el estrés y la incidencia de infartos.

Foto Patrick Schneider Unsplash

Los beneficios de los baños de bosque se aprecian desd elos 15 minutos entre árboles. Foto: Patrick Schneider | Unsplash.

Cómo realizar un baño de bosque

A pesar de que los beneficios de realizar un shinrin-yoku pueden apreciarse a partir de los 15 minutos entre árboles o cualquier paraje frondoso, lo cierto es que se recomienda realizar al menos una hora de inmersión.

La mejor manera de comenzar es caminando muy despacio por una ruta o sendero que permita estar en contacto con cada una de las especies que conforman el bosque. Respirar profundo, atender a los sonidos que ofrece la naturaleza, y activar el resto de los sentidos cerrando los ojos por unos minutos.

Respirar profundo, sentir el contacto con el aire, escuchar el viento entre los árboles, pararse a oir los cantos de los pájaros… Eso es un baño de bosque

Tras la caminata, es muy interesante sentarse en el suelo bajo alguno de los árboles y permanecer en silencio al menos 10 minutos, con la mente centrada únicamente en lo que el paraje nos ofrece a través de sus sonidos.

Gustav Gullstrand Unsplash

Foto: Gustav Gullstrand | Unsplash.

“Se trata de tomarse el tiempo para notar lo que vemos, respirar profundamente, sentir el contacto con el aire, las texturas de las hojas, escuchar el viento entre los árboles, oír los pájaros”, indica Amos Clifford, fundador de la Asociación de Terapias de la Naturaleza y el Bosque (Association of Nature and Forest Therapy), con sede en California.

También en España contamos con enclaves perfectos para practicar los shinrin-yoku.

Parque Natural Monte Aloia, Galicia

Con un ochenta por ciento de superficie bañada por abetos, castaños, cedros del Líbano y cipreses, se convierte en uno de los bosques más hermosos y frondosos del panorama nacional. Está catalogado como Parque Natural desde 1978, cuando se convertía en el primero de la comunidad autónoma.

Con entrada libre, cuenta con ocho itinerarios perfectos para realizar esta terapia natural, así como con seis miradores desde donde empaparse de belleza y observar el curso del río Miño.

El sendero de mi abuelo, Monte Aloia. Foto Contando Estrelas Flickr

El sendero de mi abuelo, Monte Aloia. Foto: Contando Estrelas | Flickr.

Bosque de Muniellos, Asturias

Esta reserva natural engloba el mayor robledal de España, convirtiéndose en una de las joyas forestales más importantes de Europa.

Situado dentro del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, este boscaje sufrió durante años la tala abusiva hasta que en 1973 se declaró espacio protegido y se comenzó un trabajo de repoblación añadiendo robles y hayas a la superficie. Por este motivo, el aforo máximo diario es de veinte personas, y la solicitud de acceso debe hacerse con un año de antelación.

Un baño de bosque en este enclave puede realizarse en dos opciones: ‘la ruta del río’, más accesible; y la de ‘Fuenculebrera’, más extensa y difícil.

Bosque de Muniellos. Foto Wikipedia.

Bosque de Muniellos. Foto: Wikipedia.

Secuoyas del Monte Cabezón, Cantabria

No cabe duda de que las secuoyas son una de las especies más majestuosas del reino vegetal, y desde 1940 este rincón del país guarda algunos ejemplares dignos de admirar.

Se trata de un Monumento Natural bajo la supervisión de los Espacio Naturales y flora y fauna silvestres, en el que realizar un recorrido supone una auténtica delicia. Cuenta con diferentes rutas para realizar y en las que olvidarse por unas horas del resto del mundo.

Secuoyas del Monte CabezoÌn. Foto Wikimedia Commons.

Secuoyas del Monte CabezoÌn. Foto: Wikimedia Commons.

Abedular de Canencia, Madrid

A los pies de la Sierra de Morcuera y a más de 1500 metros de altitud encontramos este rincón de Madrid al que escaparse para darse un auténtico baño de bosque y regresar renovado a casa.

Entre sus múltiples rutas y senderos, la de ‘La dehesa bonita’ resulta perfecta para esta realizar esta terapia ancestral entre robles centenarios, acebos, avellanos, abedules, servales y preciosos cerezos.

Parque Natural de las Hoces del río Duratón, Segovia

Otro de los enclaves más bellos de nuestro país en el que, además de poder disfrutar de la naturaleza en estado puro gracias al sonido del agua recorriendo el profundo cañón, los frondosos bosques que lo rodean permiten realizar esta inmersión terapéutica.

Hoces del DuratoÌn. Foto Wikipedia.

Hoces del DuratoÌn. Foto: Wikipedia.

Sobre los caminantes sobrevuelan cientos de especies de aves -buitres leonados, águilas reales y halcones peregrinos, entre otras- mezclándose con la delicadeza de las hojas que bailan con el viento.

La Senda de los dos ríos ofrece más de 5 kilómetros entre grandiosos árboles entre los que encontrar la serenidad que ofrecen los shinrin-yoku.

 

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